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Una vida dedicada al ecocardiograma

El cardiólogo Jordi Orellana fue uno de los primeros en Balears que integró en su consulta este aparato que ha revolucionado la medicina

El doctor Jordi Orellana, en su consulta, con su ecocardiograma 2D. | Pere Bota

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En su modesta consulta en plena Avinguda Alemanya recibe a sus pacientes desde 2004. Es un piso compuesto de tres salas simples y espaciosas. El doctor Jordi Orellana es uno de los cardiólogos clínicos más consolidados en su campo en Balears. Pero su nombre sobresale por ser uno de los primeros en incorporar el ecocardiograma en su profesión hace ya más de 40 años.

Nacido en Cerdanya y licenciado en Medicina por la Universitat de Barcelona, Orellana habla con sabiduría sobre este aparato que se incorporó a nuestro Sistema de Salud en torno a 1975. En el despacho, el doctor maneja con pericia su modesto ecocardiograma tipo 2D (bidimensional) de la marca Philip. Es la reliquia de su consulta.

Este ingenio internacional, que parte de una creación colaborativa entre Estados Unidos, China y Europa, ha revolucionado la especialización:«En esa época todos éramos autodidactas, nadie nos ha enseñado. Comenzamos con un ecocardiograma módulo M, pero, en poco tiempo, tuvo un crecimiento exponencial», asegura Orellana.

Evolución

–¿Usted podría haber previsto en lo que se convertiría este aparato?
«No, ni loco. No sabía que evolucionaría a esta velocidad», responde el doctor.

El ecocardiograma tiene sus orígenes a mediados del siglo pasado con el módulo M. Enseguida evolucionaría tras el descubrimiento del efecto Doppler (llamado así en honor al físico austríaco), que implanta los ultrasonidos para llegar a todas las cavidades del corazón. A día de hoy, hay cinco tipos de ecocardiografías que se siguen utilizando para las seis enfermedades de corazón: la del miocardio, estructuras valvulares, arterias coronarias, la del pericardio, la de raíz aórtica o de la arteria pulmonar. «Este aparato te permite hacer un diagnóstico muy precoz de una enfermedad cardíaca», apunta.

Durante los primeros once años como cardiólogo en un centro privado, «me di cuenta de que la ecografía debía ser una técnica para utilizarse a diario debido a su dinamismo», señala. Con toda su experiencia, el facultativo dice que habrá hecho unas 46.000 ecocardiografías y defiende que sea «una herramienta de trabajo no invasiva, rápida y con resultados inmediatos». El doctor se muestra orgulloso por haber acompañado «toda la investigación del ecocardiograma» desde sus inicios.«He leído también mucho», sostiene, y gracias a ello vio la necesidad de implantar este aparato en su día a día. Jordi Orellana es un defensor del estudio del ser humano, por eso se hizo médico. Y su visión pionera le ha reconocido toda su trayectoria profesional.

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