Fernández de Avellaneda, su Quijote y una olla podrida

Sopa de letras

Vista de un plato de olla podrida, cuya base son los garbanzos.

Vista de un plato de olla podrida, cuya base son los garbanzos

|

«Yo soy naturalmente inclinada a cosa de letras; si bien las mías no se extienden a más que hacer y deshacer bien una cama, a aderezar bien un menudo por grande que sea (se refiere a vientre, manos y sangre de las reses del matadero o, también, al pescuezo, alones, pies, intestinos, higadillo, molleja etc, de las aves), y sobre todo, dar su punto, a una olla podrida, y abahar, de pópulo bárbaro, una escudilla de repollo, sopas y caldo...Así lo que podrá hacer es echarla en una olla grande si la tiene, con sus berzas, ajos, nabos, cebollas y tocino, dejándola cocer…».

Este texto pertenece a una obra bien singular, el Quijote de Avellaneda de Alonso Fernández de Avellaneda, seguramente un pseudónimo que jamás se ha podido aclarar. Se trata de una segunda parte apócrifa de la novela cervantina. Recordemos que apócrifo significa fingido y el desconocido autor, capaz de redactar una continuación de la Primera Parte del Quijote de Miguel de Cervantes durante una década y adelantándose en un año a la segunda, la idónea, parecía conocer el tema hasta sus más pequeños detalles. Publicado en Tarragona contó con el apoyo de varios medios eclesiásticos como el obispo Joan de Moncada.

Alonso Fernández de Avellaneda.

Pero vayamos ya a la receta, que pese a su nombre, algo peyorativo, es un plato muy español, altamente celebrado. Para cocinarlo dispondremos de un cuarto de kilo de garbanzos cocidos, tres cuartos de kilo de pecho de ternera, cuatrocientos de espalda de cordero, una oreja de cerdo y un pie del mismo, ciento cincuenta gramos de jamón y otro tanto de tocino.

Todo junto, troceado, se echa en una olla a cuyos ingredientes añadimos ciento cincuenta gramos de zanahorias, tres dientes de ajo, dos puerros, ciento cincuenta gramos de col blanca y una cebolla, todo eso cortado en tiras, que podemos rehogar en aceite de oliva para luego dejar que todo junto vaya hirviendo en agua fría unos ciento cincuenta minutos a fuego lento. Hay quien agrega media docena de patatas peladas y cortadas en rodajas finas y dos chorizos, unos cien gramos más o menos. Completa el condimento sal al gusto, pimienta negra y un ramillete de perejil. Finalmente se suele servir el potaje separado de los trozos de carne que se disponen en una fuente.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto