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Henry W. Longfellow, Hiawatha y unas percas a la pimienta

‘Hiawatha' recoge las aventuras de un héroe mítico y las leyendas y folklore de los indios americanos

Una perca de río, pescado protagonista del libro de Longfellow.

| Palma |

«En la boda de Hiawatha, Chibiabos cantó sus letras de amor y esperanza y también Iagoo, el fantasioso contador de historias, inventó aquel día extraordinario relatos de aventuras. La fiesta que dio Nokomis fue suntuosa. Los cuencos eran de madera blanca muy finamente pulida, las cucharas eran negras, hechas con asta de bisonte. Y los huéspedes acudieron vestidos lo más ricamente posible: trajes de piel y cinturones de amuletos, espléndidos plumajes y adornos de cuentas, borlas y campanillas. Se sirvieron primero los pescados, esturión y perca, cocinados por la propia Nokomis; asados de venado, búfalo y ciervo, tortas de maíz y arroz silvestre. Pero Minnehaha, Hiawatha y Nokomis no probaron los manjares delante de los invitados. Sirvieron a los demás y aguardaron en silencio. Y cuando todos hubieron terminado, Nokomis, activa y diligente, llenó las pipas de barro cocido con tabaco de las tierras del sur mezclado con la corteza de sauce rojo, hierbas y hojas fragantes».

En este texto de Longfellow se nos habla de las percas, peces de río, acantopterigios, que se define como pescado de carne comestible y delicado: hay una segunda clase de perca de carácter marino, llamada Rano, acantopterigio más pequeño que el anterior y de color rojo amarillento. Henry Wadsworth Longfellow (Porland, Maine, 1807-Cambridge, Massachusetts, 1882), poeta estadounidense, que publicó Hiawatha en 1855 donde se recogen las aventuras de un héroe mítico y de las leyendas y folklore de los indios americanos.

Pero vayamos a la evocación gastronómica. De modo que procedemos limpiando cuatro percas, sazonadas con sal, y con un ramita de estragón en el interior de cada una de ellas, rociadas con aceite y las envolvemos en papel de aluminio. Las asamos en el horno a fuego intenso durante unos veinte minutos y las servimos acompañadas de la salsa de mostaza, que para prepararla batimos un vaso de nata con una cebollita rallada, una cucharada de zumo de limón y una cucharada de mostaza, sazonada con sal y pimienta. Evidentemente al no conocer que ingredientes, aparte del pescado, utilizaban aquellos pieles rojas en lo referente a grasa animal o vegetal, especias dulces o picantes, la forma y funcionamiento de sus hornos y hornillos, es difícil acercarnos a la cocina de Hiawatha desde un punto de vista arqueológico.

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