Para Paquita Capó el bar de su familia es algo más que un punto de encuentro de barrio. Es el sitio donde nació, donde empezó su vida laboral y donde todavía vive, en el primer piso con su marido Toni. Ese bar de la calle Can Sales, uno de los más míticos de la ciudad, lo inauguró su padre, Martí Capó Rotger, en 1940. Él, haciendo su servicio militar, había pasado la Guerra Civil en primera línea (pero sin pegar un tiro, como dice Paquita) ya que era el cocinero de Franco y sus oficiales desde que Franco fue comandante militar de Baleares.
Como muchos bares de aquellos días, el Martí abría a las cinco de la mañana y continuaba hasta la una de la madrugada. Y estaba a tope a todas horas del día, los primeros clientes siendo trabajadores tomando su desayuno: un café solo y una cazalla, u otro espirituoso de alto octanaje. Entre sus clientes más asiduos contaba con el personal del Majorca Daily Bulletin en la cercana calle San Felio, donde Pedro Serra había fundado el único diario en inglés de España. Nosotros a medianoche pedíamos los últimos cafés y refrescos del día que los traía el sereno del barrio, que usaba el bar como su punto de encuentro. Otra persona que traía bebidas al Majorca Daily Bulletin fue Paquita, que empezó a ayudar en el bar desde su adolescencia. Me dijo: «Me gustaba cuando Pedro Serra me llamaba para pedir un café, porque podía salir un ratito y luego volver con una propina en el bolsillo del delantal». El Martí funcionó como un bar tradicional, con bebidas frías y calientes de todo tipo. Yo siempre pedía un té, que Paquita me servía en tetera, con taza y platillo. Cuando un compañero de trabajo comentó que aquello era mucha parafernalia por tan poco precio, Paquita me dijo: «Tu pide todos los tés que quieras, en un té hay más beneficio que en un café».
Paquita y su marido Toni se jubilaron hace tiempo y desde hace unos tres años el bar está regentado por un matrimonio venezolano, Luis Montiel y Yasmine Pérez. Sirven un menú del día de 11 euros con una buena selección de tapas y raciones mallorquinas y españolas. La cocinera es Lupe Reyes que ha estado en el Martí desde hace unos 26 años. Su bocadillo de calamares de los jueves es muy popular entre los trabajadores de la zona y también entre los turistas. Ellos encuentran el Martí con facilidad porque la calle San Felio figura en los paseos recomendados de todas las guías turísticas.
La ensaladilla rusa (7,50 euros) es una ración tan grande que se puede compartir entre cuatro y la sirven a la antigua: con dos rebanadas de barra. Las patatas y otras verduras están cortadas en trozos más bien grandes, lubricados con mucha mayonesa y con huevos duros troceados. La yemas están trituradas con un tenedor y esparcidas sobre la superficie. No tuve ninguna queja de esta ensaladilla y le otorgué un 10.
Una ración de chipirones (16,90 euros) fue de los más crujientes que he comido y, como la ensaladilla, había suficiente para cuatro tapas. Unas albóndigas (8,50 euros) también venían acompañadas con rebanadas de barra, ideal para recoger hasta la última gota de la sabrosísima salsa de tomate.
Ya que he vuelto a vivir en Escocia, este artículo es el último para esta sección. Pero seguiré escribiendo sobre temas de cocina, por lo tanto no digo adiós, sino hasta pronto.