Hasta la década de los 80, casi todos pensábamos que sólo había dos tipos de plátanos: los pequeños y los grandes, porque en las fruterías no nos ofrecían nada más. Pero hay unas 35 especies de esta fruta y más de 300 variedades con un buen rango de colores y tamaños. Asimismo, en Mallorca hoy en día sólo llegamos a ver cinco o seis variedades.
Los más consabidos son de Canarias, de venta en todos los puestos del mercado y en los supermercados. También son populares en toda Europa por su conveniente tamaño menudo (se llama pequeño enano) aunque hoy también cultivan los grandes ahí. Con la llegada de los inmigrantes sudamericanos y africanos los mercados y tiendas isleños también ofrecían algunas de las frutas y verduras de sus países, entre ellas las variedades de sus bananas, etiquetadas machos. Esas bananas, con su alto contenido de fécula, necesitan cocción y se sirven como un vegetal harinoso con pescados, aves o carnes. En los restaurantes sudamericanos son muy populares y divertidos los tostones y patacones, rodajas de macho fritas a punto crujiente.
A pesar de que España ha tenido un suministro directo del plátano a través de las Islas Canarias, la fruta ocupa muy poco espacio en el recetario de la cocina regional española. En las poquitas recetas que hay, principalmente postres, la influencia caribeña destaca. El celebrado arroz a la cubana, tan popular en Mallorca y la Península antes de la década de los 70, no lo verá jamás en la isla caribeña. Hecho con arroz hervido al dente, salteado en aceite de oliva y servido con una salsa de tomates frescos, huevos fritos y tacos de plátano dorados en mantequilla, seguramente fue una invención nostálgica de algún emigrante cuando regresó de su estancia colonial en Cuba. Hace un montón de años que no he visto este plato en un restaurante mallorquín, pero lo hago en casa de vez en cuando porque es un plato alegre y entretenido. No conviene hacerlo para más de cuatro personas porque los huevos (dos por persona) se tienen que freír uno por uno en el último momento. Cándido, en su famoso restaurante de Segovia, presentaba una versión espectacular en una paella grande con plátanos dorados enteros y huevos fritos con puntilla.
En los partidos de Rafa Nadal (y otros grandes del tenis) siempre hay un momento durante el segundo set en que saca un plátano de su bolsa y lo come lentamente y pensativamente. El plátano es sagrado para los tenistas y otros deportistas de fondo porque los azúcares complejos tardan alrededor de una hora en absorberse y así aporta un constante goteo de energía. Durante las dos primeras semanas de Wimbledon, los tenistas en pista consumen unos 120 kilos cada día.
Un plátano pelado de 100 gr. aporta 79 calorías y contiene 350 mg de potasio, tres veces más que cualquier otra fruta. Y su contenido de vitamina B6 es comparable con el mismo peso al hígado de ternera. Con razón es una de la frutas favoritas de los vegetarianos y los deportistas.
Dos postres muy sencillos
Para postres de todo tipo, los plátanos hacen buenas migas con almendras, avellanas, nueces, nata y espirituosos como el ron y brandy. El postre más simple que conozco es un plátano sin pelar y un puñado de almendras tostadas con la piel. Diversión a tope con contrastes de textura y ricos sabores. Antes estaba en todos los restaurantes isleños, pero estos días el único sitio donde lo veo es en celler Can Lau de Inca. Otro postre súper fácil es árabe y combina el plátano con dátiles y nata líquida. Para seis plátanos grandes, se necesita 300 gr de dátiles deshuesados y 300 ml de nata líquida.
En un recipiente rectangular o redondo ponga una capa de plátanos cortados en rodajas finas y cubrir con una capa de dátiles picados. Eche la nata líquida sobre la superficie y dejar tapado en la nevera durante 12 horas. Las frutas chupan la nata y el postre termina con una textura deliciosamente pegajosa.