El peligro de comprar sandía y melón ya cortados: las precauciones que debemos tomar este verano

Aunque pueda resultar tentador adquirir las piezas de fruta así, es más recomendable que estén enteras

El peligro de comprar sandía y melón ya cortados: las precauciones que debemos tomar este verano

Imagen de recurso de sandía cortada | Foto: Foto de Any Lane

| Palma |

La llegada del calor intensifica el deseo de consumir frutas frescas, y el melón y la sandía ocupan un lugar privilegiado en las mesas de toda España. Mucha gente se decanta por adquirir piezas ya troceadas en supermercados o tiendas, buscando evitar el peso o la dificultad de cortar grandes frutas enteras en casa. Esta práctica, cada vez más habitual sobre todo entre quienes viven solos o no desean que acaben echándose a perder, puede suponer un grave riesgo sanitario si no se siguen unas pautas muy concretas.

Pese a la tentadora apariencia de estas piezas listas para consumir, la realidad es que la superficie interior de la sandía y el melón es especialmente susceptible de contaminarse cuando se expone al aire y a la manipulación. Las piezas cortadas pueden convertirse en el ambiente ideal para bacterias como Salmonella, Listeria o Escherichia coli, ya que la pulpa húmeda y azucarada de estas frutas favorece su proliferación. Un corte mal higienizado puede transformar un alimento sano en un potencial peligro. Expertos en seguridad alimentaria destacan la importancia de que solo se troceen sandías y melones en perfecto estado.

Las piezas deben estar sin daños visibles, ni síntomas de sobre-maduración. Es fundamental, además, lavar bien la superficie externa antes de cortar. No hay que olvidar la importancia de utilizar cuchillos y utensilios completamente limpios para evitar trasladar bacterias de la corteza al interior jugoso. Un correcto manipulado no termina con el corte: la superficie de los trozos debe protegerse siempre de contaminaciones ambientales. Se aconseja envolverlos en film transparente o guardarlos en recipientes herméticos, especialmente si no se van a consumir de inmediato.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) es clara con sus recomendaciones: evitar dejar frutas partidas a temperaturas de más de 25ºC durante más de tres horas. Superado ese tiempo, los riesgos de crecimiento bacteriano se disparan. Estas frutas deben mantenerse en el lugar más fresco y ventilado posible, alejadas de la luz directa. La mejor opción, según indican los organismos españoles, es refrigerar la fruta troceada a menos de 5ºC tan pronto como sea posible, y siempre antes de que pasen esas primeras tres horas tras el corte. Incluso en frigorífico, lo ideal es consumirla en un plazo breve para asegurar la máxima seguridad alimentaria y evitar intoxicaciones.

A lo largo de los últimos años, han aparecido en medios casos de pequeñas intoxicaciones asociadas a bandejas de sandía y melón cortado en grandes superficies, especialmente durante olas de calor. Según datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, cerca de el 25 % de los brotes alimentarios en verano pueden vincularse a la mala conservación de alimentos frescos. Además de lo anterior, es recomendable que el consumidor adopte otras medidas de higiene, como lavarse cuidadosamente las manos antes y después de manipular la fruta. En caso de preparar la fruta en casa, hay que lavar siempre la superficie, aunque la piel no se consuma. El contacto con utensilios o superficies contaminadas es uno de los principales motivos de aparición de patógenos.

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