El aire acondicionado es una herramienta esencial durante los calurosos meses de verano, pero su uso inadecuado puede acarrear problemas de salud. Según expertos, la temperatura ideal del aire acondicionado para evitar resfriados y otras molestias debe mantenerse entre 23°C y 26°C. Ajustar el termostato por debajo de los 23°C puede provocar irritación en las mucosas respiratorias, sequedad en la piel y en los ojos, así como exacerbar condiciones como el asma y la faringitis.
Mantener el aire acondicionado a temperaturas demasiado bajas puede generar un choque térmico cuando se pasa del calor exterior al frío interior, afectando el sistema inmunológico y aumentando la probabilidad de resfriarse. Además, el aire frío puede deshidratar el ambiente, lo que resulta en sequedad de piel y mucosas, incrementando la vulnerabilidad a infecciones.
Para minimizar estos riesgos, es recomendable no solo ajustar adecuadamente la temperatura del aire acondicionado, sino también seguir algunos hábitos saludables. Entre estos, utilizar un humidificador para contrarrestar la sequedad del aire y beber suficiente agua para mantenerse hidratado. También es importante evitar corrientes directas de aire sobre el cuerpo, especialmente durante la noche.
Otro factor a considerar es la limpieza y el mantenimiento regular del aire acondicionado. Los filtros sucios pueden dispersar alérgenos y patógenos en el ambiente, empeorando problemas respiratorios y aumentando la incidencia de resfriados. Cambiar o limpiar los filtros según las recomendaciones del fabricante es crucial para mantener un aire interior saludable.
Finalmente, es vital adaptar la temperatura del aire acondicionado a la actividad y al momento del día. Durante el día, una temperatura entre 23°C y 26°C es ideal, mientras que durante la noche se recomienda que no baje de 25°C para evitar los efectos negativos en la salud.