Miquel Gual Pons (Sóller, 1964) es un conocido emprendedor solleric. Toda su vida ha estado vinculado, familiar y profesionalmente, a la agricultura de la Serra y a sus productos agroalimentarios. Desde 2014, preside la Cooperativa Sant Bartomeu de Sóller y, desde 2020, es también el presidente de Camp Mallorquí. Hace unos años, junto a su actual pareja, Joana Dols, decidieron convertir el olivar familiar de Miquel en un espacio de interpretación de este cultivo tradicional de la Serra de Tramuntana.
Según explica Miquel, «durante el confinamiento por la pandemia decidimos instalarnos en el olivar y desde entonces vivimos aquí todo el año». La finca, bautizada como es Seregalls, está situada en es Marroig de Fornalutx, una zona de olivar, completamente marjada y muy parcelada desde tiempos muy antiguos, con una gran riqueza de agua y una orientación y altura ideales para este cultivo milenario. «Mis padres eran los amos de sa Cabana, una de las possessions de es Marroig, por lo que siempre he estado unido a esta zona del valle de Sóller», explica Gual.
En 2023, la Conselleria de Cultura y el Consorci Serra de Tramuntana, solicitaron realizar una visita formativa para maestros y profesores. «La mayoría de asistentes eran docentes de centros de la comarca», explica Gual, «y nos sorprendió que, siendo personas formadas y habitantes de la Serra, conocieran tan poco la cultura del olivar de muntanya y las dificultades y costes que supone mantenerlo y hacerlo productivo mediante su manejo tradicional. Entonces fuimos conscientes del gran desconocimiento que aún hay en la Isla de la agricultura de montaña, a pesar de que es el principal valor por el que la Serra fue declarada patrimonio de la humanidad».
Fue entonces cuando decidieron impulsar este proyecto, también como ayuda para conservar mejor la finca. «Ofrecemos una visita individual o familiar y otra guiada, para grupos», explican. «Nos diferenciamos de otras opciones que hay para conocer la Serra porque ponemos el foco en el trabajo del pagès y del marger, ya que no tenemos unas cases de possessió ni una tafona, pero sí olivos milenarios plenamente productivos y un rico patrimonio de pedra en sec».
El visitante puede disfrutar de un pícnic a base de pa amb oli y figues seques, mientras recorre las marjades a su ritmo o se detiene para contemplar el paisaje. Encuentra también información en cinco idiomas y puede acceder online a más datos sobre los valores agronaturales del olivar y de su entorno. «Pedimos a los visitantes que reserven con antelación vía web y que vengan a pie, ya que desde Biniaraix o Fornalutx es poco más de media hora de camino, y hemos observado que la gente que se interesa es muy respetuosa. Lo que queremos, sobre todo, es que entiendan este paisaje y que comprendan su valor etnológico y ecológico», concluyen Miquel y Joana.