En las afueras de Búger se encuentra la finca de Ca s'Alemany, lugar donde Joan Siquier, un joven del pueblo, está llevando a cabo su proyecto empresarial basado en la tradición pero con fines rentables. Joan cría gallinas, pollos de engorde, patos y gallinas de Guinea en extensivo. Tiene tan solo 25 años, aún está estudiando, pero ya es un empresario ganadero. «A mi siempre me a tirado el campo. Yo ya llevaba idea de hacer algo así desde hacía tiempo y tuve la oportunidad gracias a que un profesor me hablo de un concurso de ideas para la autocupación», explica el ganadero. Con ilusión redactó su proyecto y consiguió el segundo premio. «Eso supuso una aportación de unos 7.000 euros, suficientes para iniciar mi empresa, Avícola Can Costeta», dice.
Fue hace dos años; hoy produce huevos de campo de una calidad extraordinaria, así como pollos de engorde, patos y faraonas. «Los huevos son sin duda el producto que más aprecian los consumidores. Yo he adaptado el uso tradicional de nuestros abuelos para que sea rentable», cuenta. De esta forma ha dividido la finca de Ca s'Alemany en parcelas separadas por verjas de rejilla. Las gallinas habitan en una de las parcelas hasta que han agotado todo el pasto que crece de forma natural. «Cuando ya han comido la hierba las pasó a otra parcelita y labro la anterior, que cuenta además con una buena cantidad de abono merced a los de los animales», pormenoriza al explicar su manera de trabajar.
Además del pasto natural, Joan les proporciona un pienso elaborado con su propia receta y que contiene: maíz, aproximadamente en un 50 por ciento; trigo y cebada. «Se trata de un refuerzo natural que sólo contiene harina de estos cereales. Quizá no es tan efectivo como el sistema de granja convencional, pero la calidad de los huevos es muy superior, además de que los animales viven sin tanto estrés, libres en el campo», agrega el joven.
Él mismo lleva a cabo la distribución de los huevos que se venden principalmente a fruterías y pequeños comercios de alimentación.
La producción de carne sigue un proceso similar. «Las aves engordan de la forma tradicional con lo que no es tan rápido, pero se obtiene un pollo o un pato campero que el cliente aprecia y paga la diferencia», dice. Recientemente ha detenido la producción de carne de pato «debido a unos problemas logísticos del único matadero de aves autorizado en Mallorca, que es el de Inca». Joan Siquier se muestra orgulloso de su proyecto y de los resultados que está dando. «Me gusta el riesgo y ahora que cierran granjas yo pretendo demostrar que es posible criar animales para el consumo de una forma sostenible y saludable», finaliza.