Cazar con arco y flechas es probablemente una de las actividades cinegéticas menos conocidas, aunque es una de las más antiguas. Jaume Colom, de Sóller, es uno de los pocos cazadores que utilizan el arco y la flecha como arma en la práctica de la caza. Para él se ha convertido en una filosofía más que en una actividad. «Es la forma de cazar que ofrece más ventajas a la presa. Es una modalidad que entraña una mayor dificultad que las otras y te conecta de una forma más sincera con la naturaleza», asegura el cazador.
Colom considera que se ha de dignificar el término cazador: «El auténtico cazador, no el delincuente que infringe la ley y no respeta las normas, es una persona que siente un profundo respeto por el medio y su preservación porque de ello depende poder continuar con su actividad preferida» , afirma. Él mismo se define no solo como cazador sino que además se identifica con el término recolector. Colom lo explica manifestando que «cuando es otoño no solo aprovecho la conjunción para salir a cazar también recolecto setas; considero que es una forma sincera de aprovechar los recursos naturales sin esquilmarlos ni perjudicarlos». Jaume ha sido cazador desde niño y al final de la adolescencia se sintió atraído por el tiro con arco. «Fue un amigo el que me introdujo pero evidentemente todo estaba enfocado al deporte de tiro. Nosotros queríamos ser más prácticos, queríamos cazar con el arco y las flechas pero no encontrábamos nada en Mallorca. Finalmente en una tienda del centro comercial de los geranios de Palma encontramos un arco de tiro olímpico», explica. A los 25 años, en una armería de la calle Foners, vio que tenían un kit y pidió uno para zurdos. Era un arco muy inicial, de una calidad media. «Me hice dianas de cartón y aprendí a tirar. Encontré poca gente que se dedicara a la caza con arco, pero con otro amigo nos lanzamos y montamos el club de tiradores de Sóller. Fue desde allí donde otro gran amigo, Paco Fernández logró que la caza con arco fuera reconocida como modalidad legal en la ley autonómica de vedas hace dos décadas», narra el cazador.
Para cazar con arco y flechas es preciso seguir un hábito de vida saludable. Para batir una presa es necesario acercarse a menos de 30 metros de radio. Colom explica que «los animales huelen y oyen muy bien, de día no tienen tan buena visión pero distinguen muy bien la silueta humana. Identifican nuestra cabeza como la del máximo depredador que somos y la v invertida de nuestra piernas saben que no es algo normal en la naturaleza. Por ello hay que camuflarse bien, no sólo con ropa, hemos de procurar no oler y eso implica no fumar, lavarnos y lavar la ropa con jabones neutros, estar muy en forma para acercarnos sigilosamente y rápido a la presa, y aún así es difícil».
Las flechas utilizan dos tipos de punta, dependiendo de la pieza a batir. Para aves de pequeño tamaño se utiliza una flecha con un pequeño aro metálico que las aturde al alcanzarlas en vuelo. Para aves mayores como los faisanes o las palomas se usa una punta metálica «muy afilada, casi como un bisturí», puntualiza.
Aunque quizás la más emocionante sea la caza de cabras con arco y flechas. «La flecha es el proyectil con mayor penetración que existe, más que una bala. Ello implica gran responsabilidad, como dotar de mucha pluma a la flecha para disparar al vuelo con la finalidad de que no llegue demasiado lejos si se marra el tiro», concluye Colom.