Al pie de la loma sobre la que se levanta Santa Eugènia se encuentra una de las viñas de los hermanos Joan y Sebastià Crespí. Son la tercera generación de bodegueros del Celler Vinya Taujana. Ahora mismo se encuentran inmersos en una carrera contra reloj, de arduo trabajo, entre las cepas. Quedan tres meses cruciales para conseguir un buen vino pues como dice Sebastià Crespí: «El vino de calidad se consigue en las viñas, no en la bodega». Esta semana llevan a cabo labores de labranza entre las vides con el objetivo de matar las malas hierbas. «Cuanta más hierba quitemos más reducimos el riesgo de propagación de enfermedades como el oídio (conocido en Mallorca como cendrada) o el mildiu». Se trata de enfermedades producidas por hongos, que como explica Sebastià: «Aparecen cuando hay buena temperatura y elevados índices de humedad». Pero además de este trabajo es hora de sulfatar, eliminar chupones y expurgar las yemas improductivas. La próxima semana empezarán «con los trabajos de quitar los brotes bordes que crecen al pie de la vid. Estos brotes no producen, pero chupan nutrientes a la planta», indica Crespí.
Al mismo tiempo los payeses irán eliminando las yemas improductivas del conjunto de la planta para quitar competencia al fruto «también tenemos que eliminar hojas y yemas de alrededor de los diminutos racimos verdes que ahora mismo se ven, con la finalidad de que reciban aire y sol. Eso propiciará una mejor maduración, una buena concentración de azucares, y un color óptimo», dice el vitivinicultor. Será a principios o mediados de agosto cuando comiencen a vendimiar las variedades blancas, las primeras que se encuentran maduras. Hasta ese momento no dejarán de trabajar en la viña. Los hermanos Crespí poseen 10 hectáreas que les posibilitan una producción anual de unos sesenta mil litros.
Como explica Sebastià: «Los delicados cuidados que le hemos dado a lo largo de generaciones a nuestras viñas posibilitan que en la actualidad estemos vinificando con el fruto de algunas viñas que llevan más de cuarenta años produciendo para mi familia». Los abuelos paternos y maternos de ambos hermanos ya eran vitivinicultores. Siguieron la tradición sus padres, y ahora, al borde de la jubilación, los dos hermanos continúan con la tradicional labor. Sebastià baja la cabeza al hablar de ello y reconoce: «Que probablemente Vinya Taujana acabe con nosotros ya que ni las hijas de mi hermano ni las mías parecen interesadas en dedicarse a este trabajo, ellas tienen sus carreras profesionales que nada tienen que ver con el sector agrícola.
Francisca y María son las esposas de Sebastià y de Joan, ellas llevan a cabo la venta directa del vino en las bodegas. María reconoce: «Es verdad que son muchos años, y es una pena que no tengamos relevo». Los hermanos Crespí y sus esposas, con mucha dedicación y muchísimo más trabajo han conseguido elaborar unos vinos de un gran tipismo mallorquín, que han sido reconocidos con varios e importantes premios.