Acercarse hasta el mercado con la tranquilidad y la seguridad de que el producto que se ofrece y que vas a comprar es de calidad es uno de los puntos fuertes de Mianes Fruita. Unos agricultores, na Cati Picornell de Can Vila y en Sebastià Barceló de Son Baco, que desde hace más de 40 años trabajan la tierra para ofrecer en distintos mercados de la Isla los mejores productos cultivados en Mianes, una finca a medio camino entre Porreres, Montuïri, Vilafranca y Sant Joan. Los mercados de Porreres, Maioris (en Llucmajor), la Vileta o Palmanyola (dos veces a la semana) es en los que se pueden comprar sus verduras y hortalizas frescas y de temporada. Estos productos los completan con otras frutas y verduras que adquieren en Mercapalma «para poder ofrecer de todo a los clientes y así defendernos» señala Sebastià.
Sobre el gran mercado mayorista que era el Merca (Mercapalma) indica que «si uno ha visto lo que era aquello hace treinta años y lo ve ahora, a día de hoy, puede apreciar su importante declive». «La gente joven no quiere ni sentir el olor de fora vila. Algunos vienen a buscar trabajo pero al oír que hay que levantarse a las cuatro de la madrugada ya no quieren saber nada». «Y mallorquines –añade Sebastià– no viene ninguno. Antes había más demanda de personas marroquíes pero ahora vemos como se decantan más por la construcción que por el campo. La gente no quiere trabajar en fora vila. Es demasiado sacrificado.
Sobre la situación de los costes o de la insularidad Sebastià reconoce que «hoy no puedes averiar el tractor, sí se te estropea se va toda la campaña detrás del arreglo. Y del precio del gasoil ya es mejor ni hablar. Hoy en día solo haces las ordes necesarias. No puedes hacer ni media vuelta de más». Pero a pesar de los inconvenientes generales del mundo de la agricultura mallorquina Cati y Sebastià se muestran contentos con la clientela que tienen. «Ofrecemos nuestros productos de temporada y la gente que se acerca hasta nuestra parada ya sabe de la calidad del producto que se encontrará». Explican que «en verano hay más horas de sol y podemos trabajar más la tierra. En invierno dedicamos los domingos y los lunes a la siembra. Los otros días salimos a las cuatro de la madrugada y volvemos a las cuatro de la tarde, poco margen tenemos».
Sobre la situación actual de los mercados de pueblo y la situación sanitaria, indican que «al principio de la pandemia, con el confinamiento domiciliario no podíamos atender todas las solicitudes, fueron unas semanas de mucho trabajo. Ahora, la situación es diferente; además hay otra manera de comprar. En los mercados locales se puede ver como la gente que se acerca hasta la parada es principalmente gente de edad. Los jóvenes o la gente que trabaja ya no optan por estos mercados, buscan la rapidez y la facilidad por encima del precio o la calidad».