Pep Rotger Garau (Caimari 1964) tiene su propia marca de aceite y de almendras tostadas que comercializa, muy a su pesar, solo en tiendas gourmet y pequeñas botigues de la zona debido a que «el concepto de consumo de kilómetro 0 y slow food que aprecian mucho en el centro e Europa aún no ha calado entre la mayoría de la población en Mallorca» explica.
Dedicado a la agricultura y la ganadería, administra fincas agrícolas propias y ajenas con la esperanza de que los nuevos usos que se imponen en el suelo tradicionalmente agrario no acaben con el paisaje que ha disfrutado desde niño. Relata las dificultades con las que se encuentran los agricultores para renovar los tradicionales acuerdos que les permiten cultivar y explotar fincas ajenas, debido a la presión del negocio inmobiliario y turístico que sufre el suelo rural.
Lejos de rendirse busca una oportunidad en la convivencia de distintos modelos y él mismo alquila como vivienda vacacional su finca de Cas Col·lector para ayudar a financiar parte de los gastos que requiere su intensa actividad agrícola. También está recuperando el olivar de una finca que ha adquirido un empresario afincado en Gran Bretaña.
Entre las propiedades ajenas que cuida y explota está Els Horts, un olivar centenario en la falda de Tramuntana, con lo que eso implica en la dificultad de uso de maquinaria. «Producir aquí resulta mucho más caro que en el llano, pero son olivos capaces de aportar sabores que el llano no puede ofrecer», dice.
Hace un llamamiento a las autoridades para que apuesten por una «mayor defensa de la producción en las fincas de montaña porque si no las defendemos más, en 50 años los olivares no van a existir. Los pinos son invasores y si las fincas se dejan de se hacen los dueños», explica.
Pep Rotger repasa con pesar los cambios económicos y sociales que están cambiando el paisaje de las Islas y una forma de vida (la de las antiguas possessions) hoy prácticamente extinta. «Aquí en Els Horts hace 30 años una familia aún podía vivir de lo que producía. Se aprovechaba todo, había frutales y vendían en los mercados, eso sería imposible hoy en día».
Su abuelo se dedicaba al campo. «Como casi todos los abuelos de mi generación», dice. Su padre montó un negocio de distribución de aceite. «Desde Caimari se distribuía aceite por toda Mallorca, aunque eso no quiere decir que se produjera aquí. Cuando yo tenía 14 o 15 años lo dejó», recuerda.
Pep Rotger se inició laboralmente en el negocio de la maquinaria de construcción hasta que en 1994 dio el salto a la agricultura, su verdadera pasión. «Desde entonces hasta ahora ha cambiado mucho, sobre todo el tema de la almendra, por la xylella y por la dificultad de abastecimiento de agua», explica. Además de vender su propio aceite y almendras tostadas Rotger produce aceituna de mesa para consumo propio y tiene 60 ovejas y caballos.