La producción y consumo en ecológico está en auge, tanto de hortícolas como de carne. La cría de pollos también se está abriendo paso.
Hace un año y medio que Marçal Ribas y su familia se instalaron en la finca de Binifella (Capdepera), donde crían pollos ecológicos, además de las tareas habituales de un terreno agrícola de dimensiones considerables como es el cultivo de productos de huerta, la recolección de algarrobas, de miel y microbrotes.
Su llegada a la Isla fue por casualidad, al saber que éste terreno quedaba sin inquilinos, aunque ellos en Reus (Tarragona), desde hace años se dedican a la cría de pollos.
Marçal Ribas explica que «compramos pollitos machos de un día, y a partir de este momento empieza nuestra tarea, los engordamos con pienso ecológico con un sistema de gallineros móviles, lo que se llama manejo holístico».
En esta granja, la primera fase, de entre tres semanas y un mes, los pollitos están en un gallinero con estufas ya que su organismo no genera el calor que necesitan, como si estuvieran incubando con su madre. Posteriormente pasan a los gallineros móviles, que es la fase de engorde y, además del pienso y grano que se les da, también picotean por el terreno, siendo este un valor añadido para el desarrollo del animal. Así están hasta cumplir entre 90 y 100 días, que es el momento idóneo para ser trasladados al matadero para su sacrificio y posterior comercialización como carne. A los tres meses de edad su peso es de aproximadamente de tres kilos. Según la normativa vigente éstos animales pueden ser sacrificados a partir de los 85 días «aunque nosotros preferimos esperar entre 5 y 15 días más», apunta Ribas.
Su alimentación, a base de pienso, es toda ecológica. Gran parte del trigo lo producen en la misma finca, «es una manera de reducir costes», explica Ribas, aunque una parte sí que la tienen que comprar a terceros. «El principal coste de la producción de pollos es el pienso. Representa más de la mitad del coste de producción», comenta. El pienso que comen es una mezcla de cereales y legumbres, muy molido –casi harina- fácil de comer y que digieren con facilidad.
Ribas explica que «nos hemos unido a la cooperativa de agricultores ecológicos de Mallorca PEM, a través de la cual se hace la distribución, mayoritariamente por la Isla». Y es que a través de esta cooperativa «llegamos a restaurantes y carnicerías, además –dice- tenemos una buena cartera de particulares». A pesar de ser relativamente ‘nuevos' en este sector en la Isla, Marçal está muy satisfecho de la excelente aceptación que tuvieron en un principio, pero que ahora la crisis por la COVID les ha reducido considerablemente la venta, y aprovecha para hace un llamamiento a la ciudadanía para que consuma producto local y ecológico.