Matthias Kühn y Norma Duval están a punto de cumplir su cuarto aniversario, que será en enero, «que fue cuando comenzamos la relación», apunta ella, aunque se conocieron en septiembre. … pues que ¡helos ahí! Con ellos estuvimos hablando en su casa de Génova, horas antes de que Norma regresara a Madrid.
«Los vaticinios que se hacían sobre la duración de nuestra relación –dice Norma– nos hacían mucha gracia. Nos reíamos mucho con ellos; sobre todo, cuando decían que lo nuestro era solo una relación comercial, cuando yo jamás he tenido ninguna relación comercial con ninguna de mis parejas. En cuanto a Matthias, ni he hecho ninguna casa con él, ni trabajo para él. Y quien piense lo contrario, se equivoca».
Aunque se consideran una pareja muy estable, «nunca se sabe lo que puede pasar, pero ahora mismo estamos muy bien, muy a gusto. Y es que cuatro años dan para conocerse bien el uno al otro».
Que hayan dejado de ser personajes focalizados, al menos como al principio, les agrada. «Ahora estamos más tranquilos. Y de que sea así –dice Norma– estoy encantada. Porque tanto él como yo somos muy tranquilos, nos gusta vivir de forma sencilla, con los hijos, sin salir mucho».
Matthias, que nos ha hecho un café, se sienta con nosotros. Viste, como ella, de gris. Melena rubia, larga, buena planta, lo que evidencia estar en buena forma gracias a las carreras que casi a diario se da por el Paseo Marítimo. «Yo también lo llevo bien y más cuando ahora se ha normalizado todo. Nos compenetramos, nuestros hijos se llevan muy bien, trabajamos… No podemos pedir más».
Norma y el cine
Norma cuenta que hace años, «y afortunadamente no fue con Matthias –matiza–, tuve un momento en mi vida en que me sentí muy agobiada, cuando la prensa me seguía allá a donde iba. Veía cámaras por todas partes y me entraba fobia. Afortunadamente, ya ha pasado. Pero no se lo deseo a nadie. No te dejan vivir tranquila y tú necesitas tu espacio, tu libertad, poder entrar y salir de casa cuando te apetece, ¡poder ir a la peluquería!, pues ni eso. Siempre con una cámara y un micrófono pegado a ti».
De todos modos, al ser Norma un animal mediático, ya que son muchos años de estar en el candelero, puedes estar desaparecida durante tiempo –le decimos–, pero a tu regreso seguirás siendo noticia…
Norma sonríe, mira a Matthias, y, como quien no quiere decir nada, lo suelta: «Mira, ya que dices eso, tengo un proyecto que tiene que ver con el trabajo, y más concretamente, con el cine».
Pues está claro: va a volver al cine. Y ella, que nos lee el pensamiento, apostilla: «Sí. Es eso. Pero no te puedo decir ni cuándo, ni en qué, ni con quién».
Lo del cine no es nuevo para Norma. Lo hizo hace años, pero lo dejó. «Lo dejé, sí. Primero, porque tenía un espectáculo que me ocupaba mucho tiempo y, segundo, porque las películas que me ofrecían no me interesaron. Estábamos en plena época del destape, y a mí eso no me iba. Yo hice cine dramático, como La trilogía de Victoria, La mujer del juez, o comedias, como Préstame a tu mujer, Tres mujeres de hoy… Por eso, ahora, cuando vuelva, el cine que haré será el que me apetezca. Porque, repito, si yo no he vuelto antes ha sido porque era volver por volver, y eso que tengo una obra teatro, La vida, escrita para mí por Moncada, que en un futuro se puede hacer».
Matthias, que escucha con atención las palabras de su mujer, dice que «la apoyo totalmente en los proyectos que tenga y, si encima la hace feliz, la apoyo más, como en este caso».
Inmobiliarias
A punto de terminar, pues el tiempo apremia, ya que Norma ha de tomar el avión en hora y media, le preguntamos que por qué no entra en el mundo de las inmobiliarias, y más estando con quien está. «Siempre me gustó el mundo de las inmobiliarias, pero jamás he trabajado en él o para él. Pero lo que sí veo es que Matthias lo lucha como nadie y que en este sector es un maestro, pero… –hace una breve pausa, como reflexionando lo que va a decir a continuación–. Mira, esta mañana he estado en Alcúdia, y al salir de regreso a Palma me he encontrado con una cantidad enorme de edificios altos y horribles. Entonces me he preguntado que cómo es posible que alguien pueda acusar a Matthias como destructor del paisaje de Baleares viendo esto y, más, cuando él sólo ha hecho casas maravillosas y cuidadas, y ha traído a la Isla gente de un gran nivel que nos favorece a todos, tanto en el aspecto social como económico. ¿Cómo se puede decir eso de él, después de lo que he visto por ahí, que eso sí que es destrozar la Isla…? Yo entiendo que se metan con los destructores del paisaje. Yo vengo a la Isla, a Capdepera, desde que tenía un año y he cumplido los 57. Por tanto, he visto su evolución y, por ello, he visto también que se han permitido verdaderas barbaridades urbanísticas, que eso sí que da pena. Por eso, cuando ahora veo que se meten con él, que es el lado opuesto… Pues no lo entiendo. Lo que sí te digo, amando a Mallorca como la amo, es que estoy orgullosa de tener una pareja que ha hecho tantas cosas bonitas por la Isla».
Matthias lleva viniendo a Mallorca desde el año 1960 y trabajando desde hace 27 años, «lo que es mucho tiempo. Puedo decir que jamás he dado ningún pelotazo urbanístico, ninguna recalificación del suelo, ni he pagado a ningún ayuntamiento para que me dejara edificar. Todo lo que compro ha sido con planos, todo muy legal. Todo está correcto. Y encima me he gastado verdaderas fortunas en ajardinar las casas que vendo, y si no, ved lo que he hecho en Las Brisas; sin duda, uno de los mejores referentes de Mallorca…».
Por todo ello… «viendo cómo están las cosas, no me quedará más remedio –¡atención!– que emprender acciones judiciales contra aquellas personas que me injurian contando falsedades. Ya estoy cansado de ver cada día algo contra mí. No pretendo que me den un premio por lo que hecho, pero sí que me dejen en paz, trabajar tranquilo a favor de un turismo de calidad. Porque Mallorca, salvo turismo, no tiene más fuentes de ingresos: el campo está abandonado, los pescadores tienen problemas, no hay fábricas… Por ello, si conseguimos que el turismo sea cada vez mejor, será bueno para todos».