Los Reyes han celebrado 20 años de matrimonio, lo que hoy en día es un gran logro. Parecen que los tiempos no cambian, pero si echamos la vista atrás y analizamos como ha cambiado la sociedad desde entonces nos llevaremos, mas de uno seguro, las manos a la cabeza.
En aquellos tiempos la llegada de una mujer ambiciosa, atractiva, con pasado de mujer normal, divorciada como tantas otras, económicamente independiente puesto que ejercía una profesión tan atrevida como el periodismo, y que encima pertenecía a la clase media y era nieta de taxista, republicana confesa, de madre sindicalista y suma y sigue, fue un escándalo mayúsculo. Nos habían vendido a un príncipe heredero perfecto y de repente ese joven alto y rubio como la cerveza se nos apareció rebelde y revolucionario, y lo que es peor, moderno, que normalizaba que su esposa fuera libre.
Casi nadie daba un duro por esa boda y mira tu por donde ha salido bien, incluso diría que muy bien. El matrimonio real ha cumplido perpetuando la monarquía en la jefatura del Estado y además trajo al mundo a dos herederas, que se han revelado modernas, libres, y muy preparadas para el futuro que les espera, el más difícil de todos. Ambas jamás serán libres como lo somos usted y yo, nacieron con un destino ya escrito y han de cumplir a rajatabla, y avanzar sin que lo parezca.
Con la princesa de Asturias, la ya idolatrada Leonor de Borbón y Ortiz, nos ha tocado la lotería. Ha hecho que el Ortiz junto al ilustrísimo apellido Borbón suene natural y hasta elegante. Donde mejor la hemos visto ha sido en su perfecta integración en la Academia Militar de Zaragoza. Se la ha visto segura, perfecta en su uniforme, tanto el de gala como el de faena. Escribo desde la observación de una realidad palmaria que la ha convertido en modelo para muchos jóvenes de su generación. Cumplir con el deber y hacerlo con una sonrisa no es fácil para los chicos de hoy, la mayoría no entienden lo que significa deber y obligación. Leonor lo ha entendido y Aragón la ha colmado de regalos y honores. Su respuesta, declararse maña, «una maña más».