Acabo como al principio, refiriéndome a la grandeza de la familia que forma el Ejército español y a la estabilidad que como país nos regala de la manera más discreta. Para celebrar el día de nuestra gran fiesta, la de España, se quiso salir por segundo año consecutivo, de los salones de la Almudaina, para honrar a nuestra bandera, y como espacio perfecto que une al pueblo, el paseo del Borne, símbolo de la ciudad que es de todos, lugar de encuentro y celebración.
El acto celebrado el día anterior al 12 de octubre, para que nuestro Capitán General no faltara a la celebración que tuvo lugar en Madrid, resultó bellísimo, y muy emotivo, sobre todo en el momento que se honró a los que dieron su vida por España. Muertes, muchas de ellas recientes, que han permitido que nosotros sigamos vivos y en paz.
Jurar bandera es un compromiso de por vida, y admiro a los pacifistas, y los respeto, pero ellos en su romanticismo no salvan vidas, ni mueren para que las de los demás sigan adelante. Por supuesto estuvo la crème de la crème de toda la sociedad balear. Como de debe de ser cuando la fiesta es de todos.