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Concierto en la Seu

El acto estuvo organizado por Rotary Club y Projecte Home

Tomeu Català y doña Sofía, con Natacha, hija de Nils Burwitz. | Esteban Mercer

| Palma |

Voy a contarles, después de desearles un feliz día de Pascua, y una vez estén mis panades hechas, una anécdota sucedida durante el concierto que se celebró el pasado lunes en la que casi muero de la vergüenza y hoy recuerdo y cuento con sentido del humor, que es lo que nos salva a todos para resurgir. Les cuento: durante el concierto maravilloso organizado por Rotary Club y Projecte Home con un título tan evocador como acertado –Un cant a la esperança– tuve la suerte de sentarme en las primeras filas, puse mi móvil en modo avión para poder utilizar la cámara y comencé a levitar desde que escuché la primera nota. Vamos, como todos, creo yo, porque era todo tan bello que parecía que de repente volvíamos a la vida bonita tras unos años muy duros. Era un canto a la esperanza y de ahí la elección de los tres compositores, de los que les hablaré más adelante. Pues bien, en el momento culmen del concierto mi teléfono se puso a gritar que tenía que desconectar el modo avión.

Casi muero. Al parecer, ni apagado este loco aparato que llevamos todos en el bolsillo es capaz de callar en cuanto reconoce una voz, en este caso de la soprano Marta Bauzà, que estuvo inmensa, y a la que quiero pedir disculpas si escuchó esa voz mandona e infernal en medio del cielo en el que se había convertido la Seu abarrotada y con la reina Sofía acompañada por su hermana, Irene de Grecia, que llegó a ser concertista de piano profesional cuando sus obligaciones como princesa de Grecia –llegó a ser heredera del trono tras la muerte de su padre y en lo que tardó en nacer la princesa Alexia, hija primogénita del rey Constantino–.

La familia ha disfrutado muchos años de la Isla y son muchos los que les quieren bien, aunque ya no nos visiten. El caso es que tras el concierto me acerqué a saludar a Su Alteza Real, que me definió lo que acabábamos de escuchar como algo tan bello, creado para amortiguar momentos como los que hemos vivido, que era fácil, very easy, que llegaran al alma de las personas, como llegó la Simfònica y el coro al corazón de todos, de una manera natural, sencilla, aparentemente sin esfuerzo, cuando es todo lo contrario.

Un cant a l'esperança corrió a cargo de la Orquestra Simfònica y la Coral Universitat, ambas formaciones dirigidas en esta ocasión por un elegantísimo Joan Company. La soprano Marta Bauzà y el barítono Isaac Galán actuaron como intérpretes solistas y lo que les contaba antes, parecía que no había esfuerzo en sus gargantas para sacar de ella esas notas bellísimas que se elevaban al cielo. Entre el público, las caras más conocidas de la sociedad mallorquina, desde los políticos actuales en el poder a las personas que dinamizan con sus actos todas las actividades que hacen de esta Isla un paraíso todavía habitable.

Es un lujo contar con esta orquesta y con el coro universitario capaces de llevarnos al éxtasis escuchando tres cantatas: Cantique de Jean Racine op.11, de Fauré; Càntic espiritual, del mallorquín Baltasar Samper, y Mirror of perfection, de Richard Blackford, presente en el evento, acompañado de su familia. Hubo un presente para la reina Sofía entregado por Natacha, hija del pintor de Valldemossa Nils Burwitz. Capté ese momento con mi indiscreto y maleducado móvil pidiendo permiso a la Reina y a Tomeu Català, pero sé que a Natacha le hizo ilusión. Y a mí también. Doña Sofia, por cierto, estaba en forma, muy elegante con un abrigo de inspiración oriental muy primaveral y una sonrisa que se veía en sus ojos, tan azules como expresivos.

Cuando se casó con don Juan Carlos la prensa francesa la definía como la sonrisa más bella de las princesas europeas, y lo sigue siendo porque cuando sonríe se le ilumina el rostro a través de esos ojos azules que cambiaron la historia de España para siempre cuando se casó. En fin, elegante estaba Rosa María Regí, pero es que lo está siempre gracias a un armario muy bien elegido. Saber elegir es muy importante. Me encantó ver a muchos de mis amigos entre el público y disfrutar de las palabras que nos dirigieron José Yáñez, presidente de Rotary Club Palma Catedral, que participa en la organización, y Tomeu, que destacó el propósito de la velada. Cambio de tercio.

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