No había otra cosa que hacer, lo raro como les decía la semana pasada es que ningún alto cargo político del Ajuntament acudiera al Ofici de Sant Sebastià representando a los ciudadanos devotos del Patró de Palma, más en este año de peste. Es una falta de respeto no solo a los ciudadanos que les han votado y son creyentes, sino a toda la ciudad que en circunstancias normales habría celebrado bailes y verbenas.
El oficio no estaba ni en el programa y Sant Sebastià es una fiesta religiosa le pese a quien le pese. Sí estaban las Pink comandadas por Laura Estarás, que saca la fiesta de donde no hay nada que sacar. Este año la repicó sus campanas para agradecer a las cofradías su apoyo a la fiesta, aunque este año haya tenido que ser desde casa y de forma virtual. Fue precioso escucharlo desde el interior. Tras la eucaristía nos acercamos a ver el brazo incorrupto de Sant Sebastià que estaba custodiado por preciosos ramos de flores.
Allí me encontré con las que no faltan a ninguna celebración palmesana, las mujeres de la Cofradía Pink. En este caso era una pequeña representación, ya que debido a las restricciones no se pudieron presentar las casi 100 cofrades que la forman, pero estuvieron allí Laura, Lucila Siquier, Marta Dezcallar, Isa Mir, Eva Albarrán, Lidya Pérez y Arantxa Ormaechea, que miraban con nostalgia el brazo recordando las fiestas de años anteriores.
A la salida pudimos hacerles una foto, eso sí, con distancia de seguridad y mascarillas, que no están los tiempos para dejarlo todo en manos del Santo. Las quiero tanto que las besaría con mascarilla incluida.