«¿Y si fuera el arma de un crimen?», se pregunta el buceador y fotógrafo polaco, Kamilo. No va muy desencaminado. El revólver que encontró el pasado 12 de junio en aguas de Calvià ha sido enviado al Laboratorio de Criminalística de Madrid para su análisis. Hay muchas posibilidades; podría ser una imitación muy bien hecha o incluso un arma de fogueo, aunque el buzo tiene claro que se trata de un arma real.
«Entiendo de pistolas. Era una de las de verdad. Por el peso, por el metal inoxidable. Cuando la vi, lo supe. Lo primero que pensé fue que tenía que manipularla con mucho cuidado porque se podía disparar y no quería perder un dedo», cuenta. Se define como un amante de la naturaleza y hace seis años que vive en la Isla, pero no entiende como tanta basura y objetos acaban en el fondo marino. «Vivimos en un paraíso y no veo mucho respeto por él, falta más control. Y no son sólo los turistas, en invierno a veces recojo más que en verano», explica.
Por ello, uniendo su pasión por el vídeo y la fotografía con el buceo y la naturaleza; realiza habitualmente salidas al mar para recoger todo aquello que se encuentra y lo muestra en su cuenta de Instagram explore_mallorca_with_me. «Tenedores, gafas de sol, cuerdas, anclas, mucho plástico, he visto de todo; tengo un baúl lleno de gafas de bucear sólo del año pasado», afirma. Nunca antes se había encontrado con algo tan curioso y peligroso a la vez como una pistola.
El día del hallazgo salió muy pronto por la mañana cerca de las Malgrats. Varios barcos habían fondeado en el área y por eso decidió sumergirse allí. «Primero me llamó la atención una bala, y muy cerca encontré el resto. Encontrar una puede ser normal pero cuando vi tantas supe que había algo raro. Un poco más adelante, me topé con el arma», revela.
Su cabeza se llenó de pensamientos: «¿Qué hay detrás de esta arma oculta? «Alguien la lanzó después de cometer un delito y ahora si la saco del agua puede ser peligroso para mí?», se preguntó. Decidió llevarla a la Guardia Civil y entregarla a los profesionales; aunque aquello también fue toda una aventura. «La envolví en toallas para no dejar mis huellas en ella pero luego pensé que si me paraban en un control de carretera y llevaba un arma escondida iba a ser difícil de explicar», cuenta.
Finalmente la entregó en el cuartel y estuvo allí durante tres horas rellenando informes. «Los agentes también se sorprendieron. Lo revisaron todo con guantes y me dijeron que la analizarían en Madrid; allí podrán ver el número de serie y contactar con su propietario». También se envía a Criminalística por si realmente forma parte de algún delito y todavía es localizable alguna huella, tal y como explica la Unidad específica de Intervención de armas de la Guardia Civil.
Eso sí, los profesionales avisan que si nos ocurre un hallazgo de este calibre es mejor contactar con la Guardia Civil y que sean los agentes quienes la recojan en el mar; ya que también contribuye a ubicar bien donde se encuentra y eso puede ser un indicio sobre su procedencia o un detalle importante en la investigación que se derive, si es que se deriva. Por el momento, sigue en manos de la Policía Judicial de la Benemérita.
«No tengo permiso de armas pero si al final no está relacionada con ningún delito me gustaría quedármela», dice con una sonrisa el buzo. Espera noticias de la pistola, una Smith & Wesson 357, mientras continúa con su actividad en el mar. El resto de objetos no son tan interesantes pero le sirven para vender en el mercadillo de Son Bugadelles e invertir en su equipamiento de buceo y grabación. También realiza donaciones, como al albergue de animales de Calvià. «Les llevó las toallas que encuentro, puedo llegar a reunir 30 o 40 y es una gran ayuda para ellos», aclara.
Finaliza la entrevista con una frase que le define bien: «Haz cosas buenas y te vendrán cosas buenas». Esperemos que el dueño de la misteriosa arma piense lo mismo.
Pues tiene toda la pinta de haberse utilizado para algo no bueno. Sino, no la tiras al mar. Seguro no estará registrada y huellas olvídense.