Los trabajadores de reparto de comida a domicilio explotados vivían en condiciones infrahumanas: cuatro personas en la misma habitación que dormían en colchones en el suelo. La Policía Nacional detuvo el pasado miércoles a dos hombres y a una mujer como responsables de la organización.
Las víctimas se encontraban en situación de vulnerabilidad económica en Colombia y eran engañadas por los integrantes de la red con falsas promesas de trabajo en Mallorca. Los delincuentes les adelantaban el dinero del viaje desde Sudamérica hasta España y, una vez aquí, les aleccionaban sobre cómo comportarse y qué declarar en los controles policiales. El cabecilla, que ya había estado en prisión, es una persona violenta que amedrentaba a los empleados. A uno de los investigados lo conoció dentro de la cárcel.
La trama desmantelada obligaba a los empleados a cortar todo contacto con sus familias y a eliminar sus perfiles en redes sociales para aislarlos completamente de su país. De esta forma conseguían que se enfocaran en el cumplimiento de las maratonianas jornadas laborales: siete días a la semana, 12 horas diarias y cobrando tres euros la hora. Sin descanso.
Los trabajadores eran trasladados a Inca, donde les facilitaban una moto para realizar los repartos de comida a domicilio. Hasta las doce de la noche no podían regresar a la casa de Palma. No les hacían contrato laboral ni les ofrecían cobertura sanitaria en caso de accidente. Estaban totalmente indefensos.