Miquel Quetglas (Palma,1959) se jubiló este viernes tras más de 44 años al servicio de la ciudadanía de la capital balear. Hijo de taxista, estudió en los Padres Carmelitas Descalzos y se convirtió en el primer policía de su familia tras aprobar en el año 1980. Pudo elegir entre ser bombero o dedicarse a la profesión que le cambiaría la forma de ver la vida. Con los sabios consejos de su padre, eligió el camino que le llevaría a descubrir su gran pasión.
Ese mismo año ingresó en el cuartel y se incorporó en Tráfico, dirigiendo la circulación en las antiguas torretas que había situadas en las Avenidas. Más tarde se trasladó a la Unidad de Atestados, donde conoció al mayor Ricardo Minguez -ya fallecido-, y con quién crearía un gran vínculo de amistad, ya que fue un maestro para él. Quetglas todavía le recuerda con mucho orgullo. «Cuando me fui del despacho ayer por última vez, me llevé su foto, la cual he tenido presente todos estos años», relata el mayor.
Tiempo después pasaría a formar parte de la Unidad de Intervención Inmediata (UII), para luego sumarse a la figura de policía de barrio y posteriormente a la patrulla verde junto a Biel Torres -también difunto- y Jaume Pla. Años más tarde, entre los años 1987 y 2003 fue nombrado jefe de la Policía Local de Sóller, donde después de permanecer cuatro años en la Consellería Interior, regresó a Palma, para en 2011 ascender a jefe del Distrito de Playa. Allí hizo una gran labor para mejorar la seguridad de la zona. «Estoy muy orgulloso de todo lo que conseguimos», alega Quetglas.
La Policía no era su única motivación: «Monté la agrupación de voluntarios de Protección Civil, otra de mis grandes pasiones. De hecho, estuve como jefe de grupo en la catástrofe ecológica del Prestige», añade el ahora retirado.
Finalmente, en el año 2016 asumió nuevas responsabilidades como mayor, cargo que ejerció con mucha exigencia a sus policías hasta su jubilación este viernes. «Me marcho con la sensación de haber cumplido tanto con mis funciones como con mis compañeros. He sido muy exigente porque a las seis de la mañana ya estaba impartiendo órdenes. Estoy muy orgulloso del trabajo que hemos realizado juntos», concluye Miquel Quetglas.