72 horas de expedición que llegan a su fin. El tiempo durante una acción solidaria se multiplica por diez. Parece que haya pasado un mes. La gran mayoría de los voluntarios que partieron con el convoy mallorquín de Inca Solidaria finaliza su aventura, aunque un pequeño retén queda en Valencia para preparar la siguiente acción. Este viaje ha terminado pero la emergencia no. Y queda mucho.
El último día de trabajo los voluntarios han compartido todo el tiempo posible con los vecinos afectados: Paiporta, Picanya, Aldaia, Algemesí, Massanassa; la lista de núcleos afectados es demasiado larga. Las historias compartidas han vuelto a provocar lágrimas y abrazos en la mayoría.
En Aldaia, Fátima ha perdido su bar y tras limpiarlo minuciosamente, lo ha convertido en un punto de recogida al servicio de los vecinos. En Algemesí, dentro del Barri del Raval, los vecinos renuncian a coger cosas para que otros con más necesidad las tengan, como les cuenta Encarna a los voluntarios. En Picanya, la señora Pilar lloraba en una mezcla de alegría y desesperación al recibir camas que le permitirán dejar de dormir en el suelo, mientras enseña a los voluntarios lo que queda de la preciosa casa que tenía a orillas del Barranc del Poyo. Ése en el que el agua se llevó por delante tres puentes inmensos.
Como en Paiporta, donde hoy la maquinaria pesada continuaba despejando calles que aún no han podido ni siquiera ser transitadas ni por los vecinos, ni por los voluntarios. Algo habrá que hacer con las montañas de escombros que se acumulan y con los más de 100.000 vehículos afectados, según la primera estimación oficial. Cada uno de los municipios muestra a tiempo real la evolución de esta DANA letal.
Los que todavía están en el día después de la emergencia, los que han logrado pasar a los primeros siete días, y algunos que parecen cruzar el umbral de los quince días después. Pero en los calendarios oficiales son diez días los que han pasado tras el desastre. Aunque como aquí se multiplica, se intensifica y se magnifica todo, este grupo de voluntarios ha vivido 72 horas que parecen un mes y así es como vuelven a Mallorca, sin irse jamás de Valencia.
Pau Gual
Es el más veterano. Su experiencia en el sector del transporte y su carácter afable le convierten en una pieza clave de este convoy.
LO MEJOR: «Qué bonito ha sido ver volcarse a la gente para apoyar a los valencianos, tanto en el campo como en las recogidas»
LO PEOR: «Un desastre que es mucho más que el desbordamiento de un río, son kilómetros y kilómetros de destrucción»
Ángela García y Xisco Benítez
Llegaron de Marruecos, donde llevan a cabo numerosas misiones humanitarias, y al día siguiente se entregaron a la campaña valenciana. Ángela 'la incombustible', Paco 'el apasionado'.
LO MEJOR: «El compañerismo y las amistades que se forjan. Los voluntarios. La gente ayudando. Es increíble».
LO PEOR: «Las imágenes, es una película de terror», dice Ángela. Para Paco, «la tristeza en los ojos de los afectados; puedes tenerlo todo y en segundos quedarte sin nada».
Miquel Mayorga
Empata con Pau en edad, aunque es tres meses más joven. Su sonrisa es inconfundible. La mirada cómplice que buscas en los momentos más difíciles.
LO MEJOR: «Personas que desinteresadamente caminan largas distancias para ayudar, son como hormigas, incansables».
LO PEOR: «La gestión de esta catástrofe. Me parece imposible que no se pueda prever, ayudar, maniobrar de otra manera; no es posible que no se pueda salvar a las personas de estas cosas»