Los vecinos de la calle Cirerer, en Palma, no pueden más con la situación de un grupo de canes con los que viven pared con pared. Según documentan los afectados, una de las viviendas se encuentra vacía y en ella hay al menos siete perros, seis de ellos cachorros, malviviendo sin la supervisión y cuidados necesarios. Los animales están encerrados en la terraza de delante del piso y tienen abierta la puerta a la dependencia principal, el comedor. Las rejas exteriores están cubiertas por una tela: «Los tienen así para que los vecinos de delante no les vean», explica un testigo.
«El olor es insoportable, como se puede ver en las fotos están rodeados de sus propias heces y ladran todo el día», explica otra de las vecinas afectadas. Este grupo de vecinos de El Vivero lleva documentando este caso desde hace varios meses, algunos indican que incluso desde noviembre del año pasado, aunque la problemática mayor ha sobrevenido a partir del mes de mayo, momento en el que subieron exponencialmente las temperaturas y se han magnificado los efectos de los excrementos acumulados. En las imágenes se puede comprobar como el suelo de la vivienda se encuentra totalmente cubierto por las heces ante la desesperación del animal más grande, que está totalmente solo junto a los seis cachorros, de pocos meses de edad.
En este vídeo, los vecinos registran los ladridos continuos de los animales y la cantidad de heces que se acumulan en el suelo de la vivienda:
Los afectados ya se han puesto en contacto con la Policía Local y han procedido a denunciar la situación, que podría constituir delito en base a la Ley de Bienestar Animal. Los agentes cuentan con las imágenes proporcionadas por los vecinos y se está recopilando la información necesaria para preparar una intervención. «Yo voy recopilando todo lo que ocurre, hoy por ejemplo, uno de los cachorros ha llorado toda la mañana, desde las seis de la madrugada; el grande también ladra desesperado constantemente», explica otro afectado.
Según la denuncia vecinal, anteriormente eran tres los perros grandes y seis los recién nacidos; ladran habitualmente «porque están nerviosos y pasan hambre, además de que les dejan allí encerrados para que nadie ocupe la casa», apunta otro vecino. Tienen esperanza en la denuncia que han interpuesto y solicitan a las administraciones pertinentes que se solucione ya el caso, por el bienestar de los animales y el suyo propio.