Una mujer fue juzgada este jueves en Palma acusada de un delito de daños por presuntamente rayar el coche de su vecino en el aparcamiento del edificio, ubicado en Ciutat, en julio de 2022 y durante los meses siguientes. La Fiscalía pide para ella el pago de una multa de 5.400 euros y que se haga cargo de los desperfectos ocasionados. La procesada, española de 64 años, negó los hechos, que fueron grabados por la víctima con una cámara que él mismo instaló. «Nunca pensé que los arañazos que aparecieron en mi coche me los hubiese hecho una vecina», explicó a la magistrada el denunciante.
La acusada apuntó que su relación con la víctima era normal, pero que cuando él estacionaba mal le perjudicaba a ella. «Tengo una columna al lado y me lo ponía muy difícil para que aparcara yo», relató. Asimismo la mujer reconoció que sí rayó el coche de otro residente y le pagó el coste de los desperfectos.
El denunciante comentó que tardó tiempo en saber quién estaba detrás de los arañazos. «He tenido desde que ella llegó al edificio, hace unos seis o siete años, dos coches y los dos aparecieron con arañazos. Pensé que era gente del trabajo, pero revisamos las cámaras de allí y nada. Por eso decidí poner una en la puerta de mi trastero», subrayó. Ese dispositivo 'cazó' a la mujer en acción.
Un agente de la Policía Nacional confirmó que en uno de los vídeos aportados en su día por el hombre, que se reprodujeron en la sala, se ve cómo la procesada causó los daños al vehículo. «Sin ningún género de dudas», añadió. El abogado defensor de la mujer cuestionó a la víctima si había pedido permiso para instalar el sistema de grabación. «Puse un cartel bien grande de que ahí había una cámara y avisé de ello al presidente y al administrador», zanjó el perjudicado.
La letrada de la acusación particular presentó a un testigo, otro vecino que explicó a la jueza que la procesada también le rayó a él su coche y se lo confesó. «Un día vi que tenía el coche rayado y mi vecino, cuando le comenté el tema, me enseñó los vídeos que tenía. Fui a su casa y se lo dije. Se derrumbó, se echó a llorar y me confesó que había sido ella y que me pagaría lo que me costara el arreglo. Y lo hizo». El juicio quedó visto para sentencia.