Han pasado 75 años, pero en Montuïri y en Pina, y también en otros pueblos de Mallorca, muchas familias todavía recuerdan el asalto mortal a la possessió del Puig Moltó, que le costó la vida a l'amo Miquel Martorell Balaguer y sendas penas de muerte a Joan Ribas y Andreu Trobat, los asaltantes. Esta es la crónica de un suceso que horrorizó durante lustros a Montuïri, donde era fácil escuchar por las noches la frase: "Tanca bé sa porta, que no passi lo des Puig Moltó".
El 8 de diciembre de 1948, día de la purísima Concepción, Miquel Nicolau estaba contento porque había vendido unos cerdos de la finca por unas 40.000 pesetas, una cantidad muy respetable para la época. Su predio se encontraba en la carretera de Montuïri a Pina y sobre las siete de la tarde, cuando ya había anochecido y la humedad calaba los huesos, dos desconocidos irrumpieron en las casas.
Eran Joan Ribas, un ibicenco de 30 años y su acólito Andreu Trobat, de 29 años. Dos pobres de solemnidad "que no tenían donde caerse muertos", según refieren las crónicas de la época. En aquellos años, en la Isla muchas familias pasaban hambre. No existía todavía el turismo y la autarquía del Franquismo se traducía en penurias económicas para muchos isleños. En este contexto, llegó a oídos de Joan y Andreu que 'L'amo en Miquel' guardaba una pequeña fortuna en su finca.
En la posesión mallorquina, además de Miquel, se encontraban cenando Rosa Mascaró, la 'madona'; Jeroni Amengual, el pastor, y Miquel Martorell, el 'porqueret'. Los intrusos dispararon para amedrentarlos, pero el dueño de la finca se enfrentó a ellos y fue golpeado con una porra de plomo. El robo se torció y la pareja huyó de la casa, pero Jeroni tuvo tiempo de coger una escopeta y disparar contra ellos. El tiro impactó en una nalga de Joan, que comenzó a cojear ostensiblemente, malherido y desangrándose.
La noticia, que corrió como la pólvora por el pueblo y se propagó después por toda Mallorca, llegó a los periódicos cuatro días después. 'L'amo en Miquel' ya había muerto, como consecuencia de una peritonitis al ser golpeado con la citada porra de los asaltantes. La Guardia Civil había montado un enorme dispositivo de búsqueda y la sangre que iba dejando el herido les permitió localizarle esa misma noche cerca de Pina, perdiendo mucha sangre. El día 10 cayó su compañero.
El 20 de diciembre fueron juzgados los dos varones en un proceso sumarísimo, con garantías más bien escasas. Les condenaron a sendas penas de muerte, con garrote vil y uno de los agravantes fue que habían utilizado una pistola Astra del Cuerpo de Carabineros. El 28 de enero de 1949, en la prisión de los Caputxins, los dos reos fueron ajusticiados. Solo dos horas después sus restos mortales eran arrojados a una fosa común del cementerio de Palma. Sin lápida ni honra.