Eran las nueve y media de la mañana del 15 de mayo de 2001. Sebastián Arbona Mayol, un exmilitar y exhotelero de 84 años, llamó a la centralita telefónica de la Policía Local de Palma y anunció que acababa de matar a su mujer, Antonia Gelabert Llompart, de 78, y que se iba a quitar la vida. Lo que hizo nada más colgar el aparato. Al jubilado le habían diagnosticado un cáncer de pulmón terminal y su esposa padecía Alzheimer. Esta es la crónica de un homicidio que conmocionó a los vecinos de Can Pastilla, donde la pareja era muy querida y apreciada.
Los dos ancianos estaban juntos desde hacía más de cincuenta años y gozaban de una buena situación económica. Habían abierto, en la época del 'boom' turístico, el Hotel Balmes de Can Pastilla, muy cerca de su casa, un segundo piso en el número 9 de la calle Ovidio. Sebastián, desde que le diagnosticaron la enfermedad a su mujer, había cuidado de ella, pero se derrumbó cuando supo que el cáncer de pulmón que le habían descubierto era irreversible.
Decidió matar a su mujer, ya que no podría cuidarla, y esperó a que ella estuviera en la cocina, sentada desayunando. Le disparó y después llamó a la policía. Cuando los equipos de emergencia llegaron al piso escucharon el segundo tiro. El exmilitar se había colocado el arma en la cabeza, pero le tembló el pulso y el disparo se desvió ligeramente. Los funcionarios y sanitarios que trataban de entrar en la casa se encontraron con que la puerta eran blindada, y que no podían derribarla.
La asistenta de la familia, finalmente, pudo abrir con sus llaves y cuando los policías, médicos y bomberos entraron en el inmueble se encontraron con una escena dantesca: la pareja yacía en mitad de la cocina, en medio de un gran charco de sangre. Ella ya estaba muerta, pero el varón todavía tenía pulso. Fue evacuado a toda velocidad hasta el hospital de Son Dureta, pero tres horas después falleció a consecuencia del disparo que presentaba en el cráneo.
Para algunos vecinos y allegados, se trató de un "crimen por compasión", pero desde el ayuntamiento y otras instancias lo descartaron inmediatamente y calificaron lo ocurrido de "violencia machista". Antonia Gelabert fue incluida en el lista municipal de femicidios, "en reparación y memoria de las mujeres asesinadas por la violencia machista".
Francisca, la hija de la mujer que padecía Alzheimer, declaró poco después que «Es de vergüenza que ahora salgan los políticos diciendo que las personas que padecen esta enfermedad disponen de las ayudas y centros para ser atendidas. En mi caso -añadió- lo he sufrido con mi madre. Hace seis años la asistenta social de Felanitx me pidió un montón de papeles para que ingresaran a mi madre. Mi marido y yo se los dimos y todavía estamos esperando que alguien nos conteste». El funeral por la pareja se celebró en la parroquia de San Antonio de la Playa. La iglesia estaba repleta.