La Policía Nacional ha desarticulado en Mallorca una organización criminal que estafó más de tres millones de euros a empresas y particulares a través de Internet. El modus operandi de la red, que actuaba a escala internacional, consistía en el timo del CEO. Los ciberdelincuentes hackeaban los correos electrónicos o páginas web de las compañías y, tras acceder a toda su información comercial, suplantaban sus identidades consiguiendo así el desvío de los pagos que tenían estipulados con los clientes a cuentas controladas por los delincuentes. El Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica ha detenido a 31 personas que ejercían, entre otras funciones, como mulas del dinero. Están acusados por delitos de estafa, blanqueo de capitales y pertenencia a grupo criminal.
Solo tres de los arrestados fueron trasladados a disposición judicial el pasado jueves y quedaron en libertad con una serie de medidas cautelares por orden de la jueza de Instrucción número 3 de Palma, que se encontraba en funciones de guardia.
La investigación del Grupo de Delitos Tecnológicos de Mallorca y Eivissa de la Policía Nacional se inició en el año 2019. Los policías contaron con la ayuda de otros agentes de Madrid, que se desplazaron a propósito hasta Palma continuar con las pesquisas. En total hay 79 personas investigadas en toda España. El primer investigado de la trama desmantelada fue detenido el pasado 26 de enero en Madrid. Era el titular de una cuenta bancaria donde fueron transferidos un total de 323.921 dólares. El hombre, F. A., confirmó su colaboración con la presunta banda y explicó quién le captó. Fue un hombre de 44 años y origen nigeriano que le daba las instrucciones de a quién debía transferir el dinero una vez recibido en sus cuentas bancarias. El arrestado también aportó datos sobre el máximo responsable de la organización criminal: G. C., otro hombre de la misma nacionalidad.
La operación policial explotó el pasado 13 de febrero en siete provincias españolas. Los investigadores averiguaron que G. C. era la persona que ofrecía a otros implicados, mediante engaños y falsas promesas, recibir dinero en sus cuentas bancarias sin advertirles de su procedencia ilícita. El presunto delincuente amenazaba o coaccionaba a aquellos receptores de los fondos que se negaran a facilitarles después el dinero ingresado. La banda estaba perfectamente estructurada. Dos hombres eran los que se encargaban de captar y controlar a las mulas del dinero.