Se autodefine como «un terrorista de la verdad» y fue el primer abogado palmesano que denunció, en la calle y en los juzgados, las supuestas tropelías del exjuez Penalva y el exfiscal Subirán. Vicente Campaner, con todo, cree que en el ‘caso Cursach' no se ha hecho Justicia: «La honorabilidad no tiene precio». Sobre la manifestación del domingo, a las once del mediodía, en la plaza de Cort, para pedir la dimisión del alcalde José Hila, la regidora Angélica Pastor y que se revise la condena del policía local Rafael Puigrós, Campaner es contundente: «Los dos políticos actuaron como tiranos. Es un hecho probado que aprovecharon la instrucción del ‘caso Cursach' para abusar de su poder y gobernar de forma totalitaria para aniquilar a los policía locales que no eran afines a su partido, para obtener rédito político».
Sostiene que hay muchos ejemplos para solicitar la dimisión de Hila y Pastor: «Hubo una persecución de los miembros de los sindicatos que no eran afines a ellos, colaborando para que se les imputara. A otros les suspendieron de empleo y sueldo injustamente hasta tres años y medio, con lo que pudieron reconstruir la cúpula policial a su antojo. Para poner la guinda, promocionaron a los policías que declararon en contra de sus compañeros, y que ahora están siendo investigados por falso testimonio. Entre ellos uno muy próximo a Angélica Pastor».
En el caso de la regidora, Vicente Campaner recuerda que «tenía un contacto directo con Subirán y ella se jactaba de conocer una causa bajo secreto de sumario». El juicio del ‘caso Cursach', con la absolución de todos los procesados, no lo considera suficiente: «No se ha hecho Justicia, que eso se lo cuenten a los han padecido tanta injusticia durante largos años, dándole la vuelta a sus vidas de un día para otro y teniendo que vivir junto a sus familias como apestados. No, la honorabilidad no tiene precio y el daño es para siempre». Campaner es muy crítico con lo ocurrido en el ámbito jurídico y sostiene que «lo peor de todo es que algunos jueces y fiscales de aquí permitieron que pasara lo que pasó.
Penalva y Subirán fueron protegidos cuando mi colega José Ignacio Herrero 'Chiqui' y yo presentábamos las querellas». Para el letrado, hubo un punto de inflexión en el ‘caso Cursach': «La clave fue alzarnos y salir a la calle para reivindicarnos con lo que estaba ocurriendo y pedir auxilio a Madrid, con la esperanza que intervinieran. Yo creo que a la Justicia balear se le ha obligado a hacer Justicia. Que no es lo mismo». Con todo, Campaner destaca «mi admiración hacia la Sala que enjuició el caso por su imparcialidad y su independencia. Y eso que hubo ‘viejos lobos' de la magistratura que creyeron poder detener la verdad», sentencia.