Los vecinos y trabajadores de la calle Espartero de Palma, donde este miércoles se estrelló un autocar del TIB, se sienten desprotegidos. Edurne y Francesc, residentes de una de las dos viviendas afectadas, aseguran que «esta vez» han tenido suerte y los daños son únicamente materiales. Sin embargo, insisten en la necesidad de controlar el tráfico en esta calle: «Los carriles son muy estrechos, los bordillos muy bajos y los coches circulan muy rápido. Hace unos meses atropellaron gravemente a una señora. Hoy ha habido suerte que nadie pasaba por aquí justo en ese momento».
Han pasado ya unas horas del accidente y estos dos vecinos de la calle Espartero de Palma finalizan el papeleo con la Policía Local mientras los bomberos retiran «por precaución» lo que queda de los dos balcones afectados. Edurne, que se encontraba en la vivienda en el momento del impacto, explica que en un principio ha escuchado «un ruido muy fuerte y ha temblado la casa». A continuación, se han vivido algunos momentos de nerviosismo: «Hemos temido que la estructura de la vivienda estuviera dañada, también nos preocupaban los pasajeros pero afortunadamente todos han salido por su propio pie», comenta.
Edurne y Francesc no son los únicos ciudadanos de la calle que alertan de este 'punto negro' de tráfico, especialmente peligroso para los peatones. Mario, que trabaja en un bar de la zona y tienen el almacén justo al lado de las viviendas afectadas, explica que el peligro se acentúa durante la noche: «El problema es la velocidad, siempre es lo mismo. La gente no respeta las señales de tráfico y durante los fines de semana las imprudencias aumentan. Si aquí no atropellan a más gente y hay más accidente es por pura suerte».
La preocupación en la calle Espartero se extiende también entre algunos de los hosteleros de la calle. Dani Celis, socio del popular restaurante japonés Izakaya ubicado a escasos metros del lugar del impacto, recuerda hasta cuatro accidentes (uno de ellos muy grave) en el mismo punto. «Es necesario poner un radar, badenes o algo. Cuando el coche toca el bordillo a una velocidad elevada, al ser tan bajos, se suben directamente a la acera. Hay que proteger al peatón», concluye.