Ser vigilante en la Estación Intermodal de Palma es un peligro. Agresiones, peleas, grafiteros, bandas latinas, amenazas de muerte y un nido de conflictos que en lugar de frenar va en aumento a diario. Por ese motivo, los representantes sindicales de CSIF (área de seguridad privada), Espartanos y Alternativa Sindical, que acumulan a más de 90 por ciento de la plantilla, han lanzado una dura advertencia para que se intente poner fin a la conflictividad en la que está inmersa una de las infraestructuras críticas más importantes de la capital balear.
«Nos hemos juntado todos para decir basta ya. En lugar de apostar por la seguridad de los usuarios lo que están haciendo es reducir vigilantes y mermar sus condiciones. La gente tiene que saber la verdad de lo que está sucediendo en la Intermodal. En los últimos días han eliminado con la excusa de los recortes la figura de cuatro vigilantes por día a la vez que se multiplican los ataques de grafiteros y los enfrentamientos con los profesionales. Exigimos una reunión con Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM) y la empresa adjudicataria del servicio para poner fin a esta oleada de violencia», apunta Biel Gómez, del sindicato Alternativa Sindical.
Por su parte, los representantes de los trabajadores, lo tienen muy claro. «No hay que culpar a las empresas, el problema es el Govern y el grave deterioro que ha sufrido el servicio en los últimos años. Pedimos aumentar un 25 % el número de efectivos porque la plantilla actual es insuficiente y está desbordada. Incorporar guías caninos porque estos animales generan un efecto disuasorio, especialmente por las noches, con las bandas y grupos violentos. Y al tratarse de una infraestructura crítica, contar con vigilantes armados. En caso de atentados o de perturbados armados ¿quién debe actuar? Cuando llega la policía ya se ha perpetrado una matanza», añade Toni Sola, del CSIF.
Otro de los puntos más demandados es que el personal de seguridad disponga de aparcamiento, al igual que los trabajadores de SFM, para proteger su integridad. «Las bandas y grupos de jóvenes violentos no cesan de amenazar al personal y les esperan fuera provistos de palos, cadenas y cuchillos», concluyen.