Riders de la cocaína. Una banda de narcotraficantes colombianos se hizo pasar por trabajadores de reparto de comida a domicilio para traficar con droga en Palma. Los 12 acusados no tenían una aplicación para el móvil, pero crearon grupos de WhatsApp con los clientes para facilitar la entrega de la mercancía.
La Fiscalía reclama una condena de nueve años y tres meses de cárcel y una multa de un millón de euros para cada uno por delitos contra la salud pública y grupo criminal. El Ministerio Público pide en total penas que suman 111 años de prisión. La Audiencia Provincial acogerá una vista previa contra la presunta red el 24 de enero, a las 9.30 horas.
Coordinados
Los hechos por los que serán enjuiciados ocurrieron entre noviembre de 2019 y agosto de 2020. La Fiscalía considera que los 12 acusados, junto a otras personas que no han sido localizadas, se dedicaron «de manera coordinada, estructurada y estable» a la introducción de cocaína en España para su distribución al consumidor en Mallorca. Los investigados traían la droga desde Colombia. Una vez en España, la adulteraban y la vendían a domicilio aprovechando el estado de alarma en el que los consumidores no podían salir sin causa justificada. El líder de la organización residía en Madrid y era el encargado del abastecimiento de la sustancia y su posterior introducción en Mallorca utilizando correos humanos.
Estas personas viajaban a la Isla transportando los alijos en su equipaje y posteriormente los entregaban al jefe de la red aquí. La esposa del cabecilla recibía el dinero de los trabajadores del grupo y buscaba riders. El 1 de agosto, una mujer contratada por la banda fue interceptada en el aeropuerto de Palma por la Policía Nacional, que halló en su maleta más de un kilo de cocaína valorada en 300.000 euros. Un día después cayó el jefe y su lugarteniente en Madrid tras ser sorprendidos transportando dos kilos de cocaína en una maleta y en una bolsa de basura.
El responsable de la ramificación asentada en Mallorca se encargaba de buscar repartidores a los que daba de alta como autónomos y les fijaba un sueldo y un horario. En esa actividad le ayudaba su esposa, que se ocupaba también de mandar el dinero a Colombia e incluso de enviar a los repartidores las direcciones de entrega de la sustancia.
Flota
Uno de los acusados servía de enlace entre los responsables situados fuera de Mallorca. Los riders de la cocaína se desplazaban en coches que les facilitaban sus superiores para servir la droga: un Dacia Logan, un Opel Astra, un Mazda 3, un Mazda 2, un Audi 4, un Peugeot 207, un Kia Picanto y una moto Peugeot Tweet. Los traficantes crearon un sofisticado sistema para vender droga a través de grupos de WhatsApp. Los compradores debían recibir la invitación de algún miembro del chat y aportar una fotografía de su DNI. Era una forma de aval.