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Los filicidios que nos conmovieron: ¿padres que no amaban a sus hijos?

Imagen del circuito de televisión de la última jornada del juicio por la muerte de la niña Asunta Basterra, en el que fueron condenados sus padres. Su madre se quitó la vida en la cárcel. | Efe

| Palma |

«¿Cómo un padre o una madre puede hacer eso a su propio hijo?». Sin duda es una pregunta que hemos oído en muchas ocasiones o que nosotros mismos nos hemos hecho cuando a la lista negra de filicidios en España se suma un nuevo aterrador caso. Este viernes se cumplen diez años del macabro crimen de los pequeños Ruth y José, de manos de su padre, José Bretón. Se conmemora dicha efeméride, cuando aún tenemos demasiado reciente el terrorífico plan que ejecutó Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, quien mató hace unas semanas a su hijo en Barcelona. Ideó hasta el último detalle antes de presuntamente 'robarle' la vida a su hijo de tan solo dos años para castigar a su expareja, quien había decidido acabar con la relación. Lo llevó a un hotel en Barcelona, el mismo en el que había celebrado tiempo antes su boda con ella, lo mató y huyó. Antes ya le había advertido, vía wasap: «En el hotel te dejo lo que te mereces». Días después el cadáver de Martín Ezequiel fue hallado sin vida cerca de El Prat. Este es el último parricidio que ha trascendido en España, un nuevo caso de violencia vicaria, de padres o madres que asesinan a sus hijos como venganza contra el otro progenitor; generalmente porque uno de ellos ha decidido finalizar la relación sentimental con el otro. España en la última década se ha conmocionado por ya demasiados crímenes contra los más pequeños. Estos son sólo algunos de ellos:

El caso de José Bretón

En septiembre de 2011, Ruth Ortiz Ramos le comunicó a su entonces marido, José Bretón Gómez, con el que tenía dos hijos en común, Ruth y José, que se quería separar. Los pequeños tenían 6 y 2 años de edad. Un mes después, José alertaba de la desaparición de sus hijos en un parque de Córdoba. La cobertura mediática del caso fue impresionante, también por las circunstancias en las que el padre les perdió la pista en lo que dijo que fue un despiste.

El padre de los menores no desveló su macabro plan en ningún momento, lo preparó concienzudamente. Los niños fueron asesinados y sus cadáveres fueron calcinados por su padre, sin apenas dejar restos identificables de los menores. Fue condenado a 40 años de cárcel. En marzo de 2015 la condena se vio rebajada hasta un máximo de 25 años.

La sedación mortal de Asunta

Asunta Basterra fue adoptada con solo un año. Sus padres adoptivos fueron un matrimonio gallego bien posicionado, la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra. La pequeña, de origen chino, fue hallada sin vida en una pista forestal del municipio de Teo, en A Coruña, sólo un día después de que fuera denunciada su desaparición. Cámaras, testimonios y el trabajo de los investigadores acabó en juicio un año después. Los padres siempre negaron su implicación en el crimen de la niña. El caso tuvo un gran seguimiento mediático, trascendieron las conversaciones entre ambos, de celda a celda, tras su detención; imágenes de la madre junto a los investigadores en la casa; y se realizaron multitud de reportajes sobre la familia, el estado psicológico de la madre y de cómo era la pequeña.

Meses después el tribunal declaró, por unanimidad, a Rosario Porto y a Alfonso Basterra culpables de la muerte de su hija Asunta. Concluyen que la sedaron durante meses y la asfixiaron por sofocación. Rosario Porto se quitó la vida en noviembre de 2020 en la prisión de Ávila, donde cumplía condena.

Crimen de Godella

En 2019 trascendía un suceso marcado por su brutalidad. Dos pequeños eran encontrados salvajemente asesinados, con golpes tremendos, en Godella, en Valencia. Detrás de la muertes del niño de tres años y de la niña de solo seis meses estaban sus propios padres.

Este crimen también llenó multitud de horas de televisión y páginas de diarios. Estaban convencidos de la existencia de una secta que los perseguía, una idea que él le pudo meter en la cabeza a ella, según la investigación, y decidieron que la única manera de protegerlos era someterlos a un «baño purificador», «terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudieran revivir».

Este año la justicia les ha condenado: A Gabriel C. por el asesinato de sus dos hijos, y a la madre, María G., ha sido absuelta y que tendrá que permanecer internada en centro por su esquizofrenia paranoide.

El parricida de Getafe

José Alberto Gálvez mató a sus hijos y luego se quitó la vida. No es el único. En los últimos años, son muchos los casos que han trascendido con este patrón. Asfixió primero en la bañera a su hija y, posteriormente, a su niño mayor, de 13 años, que tenía dificultades de movilidad. Se llevó sus cuerpos a la cama y quemó la casa.

El crimen de José Alberto parecía ser un caso de violencia vicaria, pero la propia madre lo negaba. ¿Qué sucedió? El sólo confesó que los mató, no dio muchas explicaciones de por qué lo hizo. Se marchó del lugar de los hechos y se quitó la vida. La familia negó siempre que él no amara a sus hijos y rechazó que éste fuera un caso como el de José Bretón.

Según sus familiares, no quiso matarlos por venganza contra la madre. El hombre llevaba encima una nota manuscrita en la que admitía que mató a sus hijos «para que no sufrieran». En la misiva también decía: «Yo iré al infierno y mis niños al cielo». José Alberto estaba en paro y sufría depresión, según trascendió.

El brutal crimen de Moraña

La serenidad con la que David Oubel se enfrentó al juicio por el asesinato de sus hijas, de 4 y 9 años, es escalofriante. El conocido como parricida de Moraña mató a sus hijas con una radial. Los detalles de cómo fue el crimen revelan la brutalidad con la que actuó este padre, quien confesó que fue consciente en todo momento de lo que hacía.

Les embistió con la sierra eléctrica y las apuñaló. Su actitud fue siempre fría, se arrepintió pero en el momento de su detención, según los agentes, hasta bromeaba. Oubel y la madre de las niñas estaban separados y tenía la custodia compartida.

Es el primer reo en España condenado a prisión permanente revisable.

Las pequeñas Anna y Olivia

Anna y Olivia Gimeno Zimmermann fueron secuestradas por su padre en Tenerife. La tesis cobró fuerza después de que su madre denunciara que en una llamada le había amenazado con no ver más a las niñas.

Tomás Gimeno cumplió con su palabra. La desaparición de las pequeñas conmocionó a España y el caso tuvo seguimiento internacional, más aún cuando se fueron confirmando detalles, como que el padre se trasladó al Puerto Marina de Tenerife, cargó en su barco varias bolsas de deporte y zarpó. ¿Dónde se las llevó?, ¿huyó de España?, ¿las mató?

Tras días de intensa búsqueda en el mar, sucedió lo que nadie quería que pasara. Los investigadores localizaron el cuerpo de la mayor en el fondo marino. Su padre había escondido su cadáver en aquellas bolsas. Tomás asesinó a las niñas y luego las lanzó al mar. Su cuerpo y el de la pequeña Anna no se encontraron.

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