Trabajaba en la empresa Luitec, dedicada a prestar servicios técnicos y vender aires acondicionados, en la ciudad de Alphen Aan Den Rijn, cerca de Utrecht. Carlo Heuvelman tenía 27 años y hace unos días viajó a Mallorca para pasar sus vacaciones con unos amigos en la Platja de Palma.
Ni se podía imaginar que serían otros compatriotas sádicos, con los que se cruzó fatalmente en el balneario 1, los que acabarían con su vida a golpes y patadas. Sin un motivo ni una provocación previa. Sólo por sadismo. Era un gran aficionado al fútbol, sobre todo al Ajax, que en Amsterdam es una institución casi sagrada. Y, según sus amigos y conocidos, no se metía nunca en problemas.
Todo lo contrario que los trece holandeses que alquilaron una lujosa villa no muy lejos de la Platja de Palma, en s'Arenal de Llucmajor. Al menos ocho de ellos tenían una forma muy siniestra de divertirse en la Isla: golpeando con furia y a traición a otros turistas. Lo planificaron todo para liarla en una discoteca, en la madrugada del miércoles día 14, y cuando los sacaron a la calle realizaron un macabro recorrido por la Platja de Palma, en busca de víctimas.
Atacaron a tres grupos distintos de compatriotas y con Carlos y sus cuatro amigos se ensañaron cruelmente. En especial con él. Primero dejaron fuera de combate a tres de sus colegas y un cuarto quedó inconsciente. Cuando le tocó su turno, Carlo recibió una lluvia de golpes, pero lo más espeluznante es que le patearon la cabeza ya en el suelo, sin posibilidad de defenderse. Un hematoma creció en su cerebro y cuatro días después se cobró su vida. Carlo aún no sabe por qué murió.