El procesado y el doctor se conocían desde 2016. El hombre acudía con cierta normalidad al hospital de Son Espases a visitar al facultativo. Parecía la típica relación entre un paciente y su médico, pero la cosa cambió. Y de qué manera. El imputado no seguía las pautas fijadas en el tratamiento por el doctor y le instaba a que cada vez le recetara más opiáceos. Al encontrar la negativa por respuesta la actitud del hombre era cada vez más agresiva. El ingreso de su mujer en el centro hospitalario, bajo la supervisión del mismo médico, desencadenó todo y acabó amenazando de muerte al facultativo.
El acusado admitió los hechos en un juzgado de lo Penal de Palma y aceptó, tras un acuerdo entre las partes, seis meses de prisión. La pena quedó suspendida por un plazo de dos años.
Los hechos se remontan a octubre de 2019, concretamente al día 18. Esa jornada llamó a la consulta del facultativo. Cogió la llamada una auxiliar de enfermería a quien le dijo que iba a matar al doctor, cuya defensa fue ejercida por la letrada del Col·legi Oficial de Metges, Marián Fuster.
La amenaza en este caso vino motivada por el ingreso de su mujer en el centro hospitalario bajo la supervisión del mismo doctor. Veinticuatro horas después el acusado volvió a intentar contactar con el facultativo, pero tampoco pudo hablar con él. Lo hizo con su secretaria, a la que también le avisó de que iba a acabar con la vida del doctor. Y añadió algo más: que sabía dónde vivía, que tenía un arma y que si no lo había matado ya era porque su familia le había quitado la idea de la cabeza.
El varón actuó con sus facultades psicofísicas mermadas por el consumo de drogas. En la vista el procesado admitió los hechos y aceptó la pena de seis meses de prisión, a la que se llegó tras un acuerdo de conformidad entre las partes antes del juicio. La condena quedó suspendida por un plazo de dos años con la condición de que no vuelva a delinquir y que siga un tratamiento de drogadicción.