Una de las vecinas del edificio La Fayette, ubicado en la calle Gran Vía de El Toro, no paraba de repetir que lo que habían vivido allí había sido como «cuando explota una bomba». «Horroroso, ha sido horroroso», añadió. Y es que lo que había dejado allí a su paso Hortense en ese punto de este residencial núcleo calvianer bien se podía asemejar a una deflagración. Coches dañados, cascotes en el suelo, palos de electricidad medio caídos, cristales de las casas reventados y miedo, mucho miedo. Cuatro horas después del paso del vendaval, todavía había vecinos que no podían acceder a sus viviendas. Los Bomberos de Mallorca, la Policía Local de Calvià y Protección Civil se afanaban para que la normalidad regresara cuanto antes, a pesar de los cuantiosos daños. También ponían de su parte en esa tarea varios residentes.
Juan Manuel Rodríguez, propietario del Bar Bohemia, uno de los afectados por el vendaval, lamentaba, horas después, no poder volver a su domicilio. «No puedo entrar a mi casa, no me queda otra que quedarme aquí a esperar», explicaba. Vivió en primera persona la caída de parte del tejado del edificio que tiene enfrente de su local. «Tengo abierto sólo para servir cafés para llevar y en ese momento tenía un cliente. Medio minuto antes le había dicho que tuviese cuidado al salir que iba a llover, porque veía el cielo muy negro, y mira al final lo que ha pasado», relataba todavía sin creérselo. La imagen de la entrada de su local repleta de cascotes se hizo viral. Era el claro reflejo de la fuerza de Hortense a su paso por El Toro. Su mujer, Loli, también visiblemente afectada, se preguntaba «¿y ahora qué?», en referencia al futuro que le esperaba a su bar, ya golpeado de por sí por las restricciones del Govern balear. En su teléfono, el número del seguro preparado para llamar.
Mientras el sol se abría paso, dejando atrás la sensación casi de estar a punto de caer la noche, un grupo de vecinos rememoraban un suceso parecido ocurrido tiempo atrás. Antonio, uno de ellos, describía, lo sucedido. «Hace unos cinco o seis años también tuvimos un vendaval así y a mí, por ejemplo, me rompió varias ventanas», apuntaba.
Daba la sensación como que los vecinos que tienen sus viviendas cercanas al mar se resignan a que cada cierto tiempo la fuerza de la naturaleza golpeé sus propiedades.
A eso de las 15.00 horas se retiraban las dos dotaciones de bomberos desplazadas al lugar. Al mismo tiempo que varios jóvenes regresaban del instituto y se topaban su calle llena de policía. Les quedaba toda una tarde para ponerse al día de lo ocurrido.