La patada fue devastadora para Jaume: le tuvieron que reconstruir el tabique nasal, corregirle la desviación por problemas de respiración y se le rompieron cinco dientes. El 24 de agosto de 2018, alrededor de las 02.50, Jaume, de 19 años, salió de la sala Es Gremi de Palma para irse a su casa escuchando música a través de auriculares.
En la calle Setze de Juliol, se cruzó con un grupo de cuatro chicos y uno de ellos, Gilbert A., sin mediar palabra, le dio una patada en la cara. Una patada fulgurante y repentina. Una patada de muay thai que impactó en su rostro.
El agresor ha sido condenado a tres años y medio de cárcel por la patada que fracturó el tabique a Jaume y que le rompió cinco dientes. Gilbert A., de origen rumano, es autor de un delito de lesiones con la agravante de alevosía e indemnizará a la víctima con 13.900 euros.
El acusado negó en el juicio la agresión, pero el juez otorga credibilidad a la versión de la víctima, que fue asistida por el abogado Gaspar Oliver. Jaume relató por videoconferencia desde Inglaterra que tras recibir la patada uno de los chicos del grupo le dijo «más vale que te vayas».
Lo único que hizo el perjudicado fue pensar que tenía que recordar las caras de ambos. Se fijó 20 segundos en la cara del agresor, salió corriendo y llamó a la policía. «Recuerdo que me giré, les miré y les pregunté por qué», explicó.
El juez recoge en la sentencia que Jaume hizo un reconocimiento «sin fisuras» del acusado como la persona que le dio la patada en la cara. Justo después de la agresión lo reconoció en un vídeo de Instagram grabado en el mismo lugar de los hechos.
El vídeo sirvió al perjudicado para llegar hasta el perfil de Gilbert A. en el que se exhibe con los puños vendados en un gimnasio de muay thai. Las imágenes de la red social le sirvieron para relacionarlo con la fotografía que le mostró la Policía Nacional. El día del juicio también reconoció al hombre que le dio la patada. No dudó.
Diez folios de antecedentes penales con delitos violentos
Gilbert A. acumula diez folios de antecedentes penales relacionados con delitos violento. El juez destaca en el fallo que tanto la gravedad de los hechos como la peligrosidad del acusado justifican la imposición de la pena de tres años y medio de cárcel. La patada se ejecutó «alevosamente», sin previo aviso, de manera traicionera e imprevista. La patada impactó en la cara de Jaume, que iba «ensimismado» escuchando música con sus cascos, impidiéndole cualquier posibilidad de defensa. Gilbert A. dijo en el juicio que nunca se ha pegado en la calle.