Miguel S. P. rompió la nariz de un vigilante de la estación Intermodal el año pasado. Desde entonces ha quebrantado al menos en 14 ocasiones la orden de alejamiento que le impuso un juzgado. Quería ingresar en prisión y, cada vez que podía, se plantaba en la estación e intentaba agredir a alguien. Ingresó en prisión preventiva ante lo que la juez consideró una «peligrosidad extrema» y ayer fue condenado a dos años de cárcel.
Hasta noviembre de 2025 no podrá acercarse a menos de 500 metros de Plaza España. De paso acumula otras condenas, entre otras cosas por saltarse el confinamiento. Ayer fue juzgado por uno de los múltiples incidentes que ha protagonizado: El 17 de agosto, a las dos y media de la tarde entró en la estación. Rompió uno de los tornos de seguridad y, cuando un vigilante se acercó a él, le dio un cabezazo y una patada: «Hijo de puta, te vo y a matar, me he quedado con tu cara». Asumió sin rechistar la condena y casi le preocupaba más cuánto podía estirarla.
A la condena de dos años de cárcel por amenazas suma otros catorce meses en multas por daños, quebrantamiento y lesiones. Si no paga, serán otros siete meses más de prisión. Lo único que le preocupaba era la condena: «Señoría, esto me lo darán por escrito, ¿no?»
Prisión
En el auto en el que le enviaron a prisión, la magistrada señalaba: «El detenido refiere que tiene fijación con los vigilantes de Trablisa desde que en el año 2011 tuvo un incidente con uno de ellos en el interior del tren». Cuando pasó a disposición judicial dejó claro que volvería a ir a por ellos. El acusado, un joven de origen ruso que fue adoptado por una familia en Mallorca, tiene diagnosticados una serie de problemas psiquiátricos. El auto señalaba que, a pesar de que su estatura no es muy elevada, sí es robusto: «Al menos en el estado mental que presenta en este momento, representa una peligrosidad extrema para la integridad física de los vigilantes de seguridad de Trablisa». Así que entró en prisión en agosto.
Antes había estado en la cárcel entre el 30 de marzo y el 20 de abril. La policía le localizó cuando daba golpes a una mampara en la estación en pleno estado de alarma que ya se había saltado en otras tres ocasiones previas. Cuando los agentes le requirieron que se marchara a su casa, se negó: «Voy a seguir caminando por Palma hasta encontrar a alguien para darle unas hostias y acabar detenido».