Poco antes de las ocho de la tarde, un vigilante de seguridad llamado Sebastián Martorell llamó al centro de emergencias del 112: «He tenido un incidente en mi casa y he herido a un ladrón». La víctima era Jaume Llabrés, un joven natural de Lloseta que supuestamente entró en la propiedad con otros tres amigos para robar unas plantas de marihuana del jardín.
La Policía Judicial de la Guardia Civil está reconstruyendo los hechos y todo apunta a que los cuatro ladrones, que tenían antecedentes por delitos menores, ya entraron en esa casa del Camí de Can Boqueta, a las afueras de Inca, en la tarde del jueves. Luego regresó el dueño y descubrió lo ocurrido. Jaume Llabrés, de 33 años, y sus compañeros decidieron regresar, pensando que la casa seguía vacía. Abrieron un agujero en la verja exterior y entraron tres de ellos. El cuarto se quedó fuera, vigilando.
Sorprendido
Pero Sebastián Martorell ya estaba prevenido y les sorprendió. Según su versión, hubo una pelea y consiguió quitarle el cuchillo a uno de los delincuentes. La primera herida que recibió Jaume Llabrés le causó un corte profundo en el antebrazo izquierdo, y luego recibió al menos otras cinco cuchilladas en abdomen, espalda, tórax y cabeza. Quedó completamente ensangrentado, pero siguió corriendo y salió al camino principal, donde se desplomó junto a una pared. Su compañero herido fue arrestado poco después y otro de los implicados huyó en un Seat León, pero también fue interceptado. El único que sigue huido es el joven que se quedó fuera de la casa, vigilando. Está plenamente identificado y su localización puede ser cuestión de horas.
En la noche del jueves la Policía Judicial realizó una primera inspección ocular en el escenario del crimen, pero la ausencia de luz dificultó las cosas y ayer por la mañana regresaron. Los agentes realizaron un reportaje fotográfico y tomaron algunas muestras. La marihuana estaba camuflada entre unos tomates, pero se trataba de una pequeña plantación. La vivienda está rodeada de una verja con brezo, por lo que las plantas no eran visibles desde la calle, así que ahora se investiga cómo sabían los cuatro delincuentes que el vigilante tenía droga en su jardín.
Uno de los caballos de batalla del caso, en su vertiente judicial, será plantear si se trató de un caso de legítima defensa. Existen, a este respecto, muchas dudas. En el homicidio de hace unos años en Vilafranca, cuando un anciano mató de un disparo a un atracador colombiano que entró en su chalet y lo maltrató a él y a su esposa. En esa ocasión sí que existían muchos indicios de que se trató de una legítima defensa, pero en el caso del jueves en Inca las cosas no están tan claras. En su primera declaración, el acusado aseguró que se había defendido porque lo estaban atacando y que les arrebató el cuchillo con el que luego asestó las puñaladas. Pero algunos detalles no cuadran, así que la investigación sigue su curso. El hombre, tras llamar el mismo al 112, esperó la llegada de las ambulancias y la Guardia Civil, bastante nervioso. Colaboró en todo momento con los agentes y después quedó detenido, por un delito de homicidio. Presentaba unas lesiones leves en los dedos, pero ahora hay que averiguar si se las produjo cuando apuñalaba a los ladrones.
La autopsia practicada este viernes al joven de Lloseta ha desvelado que la causa de la muerte fue una hemorragia masiva, debido a las seis puñaladas que recibió. Dos de ellas, las de la caja torácica, fueron mortales de necesidad. El examen forense también ha precisado que se utilizaron dos armas en la agresión: un cuchillo y otra que podría ser un hacha o similar.
Este sábado está previsto que los tres detenidos pasen a disposición judicial, en los juzgados de Inca. Los dos presuntos ladrones que entraron en la finca con el fallecido están acusado de un robo y el vigilante de seguridad que asestó las puñaladas se enfrenta a una imputación con homicidio. El caso ha encendido un debate en las redes sociales sobre si se trató o no de una legítima defensa.
La víctima, de Lloseta, tenía numerosos antecedentes y había salido de prisión
El joven apuñalado mortalmente tenía numerosos antecedentes por robos, hurtos y malos tratos y había salido de prisión hacía poco. Nació en Lloseta, pero últimamente había cambiado su residencia y vivía en Palma. De hecho, estaba empadronado en la calle Reina Constanza de la capital balear. Su padre reside en Lloseta, donde es muy conocido. Antes de residir en Palma, Jaume Llabrés vivió en la casa de su abuela, en su pueblo.