Un niño de siete años recibió un total de 19 puntos de sutura en la pierna tras ser atacado «al parecer» por un tiburón, mientras se bañaba en el mar frente a la playa de un parque de Homestead, una ciudad agrícola a unos 45 kilómetros al sur de Miami (Florida).
Aunque el joven Jacob no pudo ver al animal que lo atacó, dadas las marcas que le dejó en tres puntos distintos de su pierna derecha, su madre Ethel cree que se trató de «un pequeño tiburón toro», según informó la cadena local WSVN.
«Todo lo que vimos fue sangre», señaló la madre y advirtió a los padres sobre el «falso sentimiento de seguridad» en las playas. Añadió que «de haber sido un bebé habría sido mucho peor».
El Archivo Internacional de los Ataques de Tiburones (ISAF), con sede en Gainesville (Florida), recientemente indicó que la pandemia de la COVID-19 parece haber tenido también repercusiones en los incidentes entre escualos y humanos, que se han reducido a mínimos.
Desde el 1 de enero hasta el 18 de junio de este año solo hubo 18 ataques no provocados de tiburones a humanos en todo el mundo, seis menos que en igual periodo de 2019, de los cuales tres resultaron mortales, uno más que en la primera mitad del año pasado.
Los científicos del ISAF, que forma parte de la Universidad de Florida (UF), creen que la disminución de los ataques no provocados en la primera mitad de 2020 puede deberse al cierre de playas y a la cuarentena obligatoria en muchos países por la COVID-19, pero puede haber «otros factores».
Sin embargo, los expertos advirtieron a bañistas y surfistas de Florida que no se confíen en lo ocurrido hasta ahora y sigan tomando las debidas precauciones, pues julio es un mes en el que los encuentros con los escualos suelen ser más frecuentes.
Históricamente Florida es la región de los Estados Unidos donde más ataques de tiburón se han producido desde que se comenzaron a registrar en 1837, aunque esa cifra solo asciende hasta las 852 en más de ochenta años.