Blindaje policial del aeropuerto de Palma. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil mantienen activo un gran dispositivo de vigilancia con la finalidad de aplicar el protocolo de control sanitario dictado por el Gobierno. Las restricciones han provocado el cierre casi total de recinto aeroportuario. La prohibición de vuelos comerciales y privados, salvo aquellos autorizados por fuerza mayor o para facilitar el regreso de residentes a la Isla, ha convertido a Son Sant Joan en una ciudada fantasma.
A pesar de la escasa actividad, los agentes no pueden bajar la guardia y luchan a diario para impedir que ningún contagiado entre a Mallorca sin ser detectado. «Los vigilantes de seguridad han habilitado una sola puerta de entrada y salida por planta. De esta forma es mucho más sencillo controlar al pasaje. Una vez dentro, las llegadas las concentramos todas en el P6 y las salidas, en el módulo B (interislas). Estamos hablando de cuatro o cinco vuelos por días y, muchos de ellos, llegan con menos de 10 personas», comenta el inspector jefe del aeropuerto, José María Velasco.
En un estado de alarma las medidas de seguridad son máximas. Por ese motivo, todos los pasajeros llegan a la terminal de llegadas en autobús (jardineras) y manteniendo las distancia de seguridad son ubicados en una zona delimitada en la P6. Dicho lugar (zona restringida) está custodiado por Guardia Civil en vuelos nacionales y Policía Nacional cuando se trata de internacionales, dado que son ellos los que disponen de las competencias de Fronteras.
Los pasajeros están obligados a rellenar de manera correcta un cuestionario que contiene unos campos con datos personales y preguntas cerradas sobre signos y síntomas del coronavirus. De hecho, muchas compañías obligan al pasaje a cumplimentar el formulario durante el vuelo. Una vez rellenado, los viajeros dejan el documento en una bandeja y ésta es recogida por personal de la Conselleria de Salut quienes comprueban si los implicados presentan síntomas o no, según las respuestas y la inspección visual que realizan. Acto seguido, todos los viajeros que no presentan síntomas, pasan a un segundo filtro. En este caso, practicado por Policía Nacional o Guardia Civil. Los agentes van llamando de forma individual, comprueban su identidad y deben justificar la necesidad inaplazable de realización del viaje por fuerza mayor.
Aquellos que presentan síntomas, con apoyo policial, se realiza una entrevista en una sala apartada donde no podrá salir excepto con autorización médica. Si es residente se le acompañará a su domicilio donde deberá permanecer en aislamiento domiciliario. Todo caso sospechoso después del cribado se notifica a las autoridades sanitarias para se se realice el correspondiente seguimiento.