La piqueta usada en las labores de rescate de Julen, el niño de 2 años que murió tras caer el pasado 13 de enero a un profundo pozo en Totalán (Málaga), no tiene restos de sangre: solo tierra y restos de pelos.
Fuentes judiciales han asegurado que, si el menor hubiera fallecido por los golpes que recibió en la cabeza de los rescatadores como mantiene la defensa del dueño de la finca, David Serrano, «tendría que haber restos de sangre y no los hay».
Además han asegurado que, aunque es cierto que falleció por un traumatismo craneoencefálico severo, la herida que le hubiera producido la piqueta es de características muy específicas, de tipo inciso contusa, y que en la autopsia preliminar no se especifica. Según la autopsia preliminar el pequeño sufrió una «fractura craneoencefálica, heridas en zona temporal izquierda y fronto temporal, además de múltiples heridas 'post mortem', y la data de la muerte coincide con los días de su desaparición».
Además el pequeño tenía restos de tierra en sus manos y en el estómago y esófago, pero las fuentes han precisado que todavía hay que esperar a que el Instituto de Medicina Legal de Málaga elabore el informe definitivo de la autopsia para hacer conclusiones.
La defensa del dueño de la finca presentó la semana pasada ante el Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga un informe cuyas conclusiones «permiten presumir» que la muerte del pequeño «se pudo producir durante las labores de rescate» y que apuntaban a que podría ser el uso de una piqueta en las primeras horas de dichas tareas, lo que explique las heridas que presenta el menor.
Dicho informe técnico mantiene que las actuaciones con la piqueta, diez impactos en total, entre las 17.30 y las 21.00 horas del día del incidente es lo único que físicamente pudo producir las heridas en la cabeza y cráneo del menor.
Además en dicho informe se recuerda que los forenses determinaron que sufrió un traumatismo craneoencefálico severo que afectó a la zona temporal y fronto-temporal y que difícilmente pudo recibir un impacto de esa magnitud durante la caída.
Para la defensa del dueño del terreno «el hecho de que tras extraer la piqueta por última vez se recogiesen de su extremo ocho pelos de menor, tres de ellos con raíz telógena, nos lleva a preguntarnos, ¿qué otra tesis alternativa a la del impacto directo contra la cabeza del menor puede llegar a explicar la presencia de esos restos biológicos en la punta de la piqueta?».
En este sentido, las fuentes judiciales han indicado que los restos biológicos del menor pueden estar presentes por la caída de menor, al tiempo que ha defendido la actuación de equipo que intentó rescatar con vida a Julen.
Por otra parte, las mencionadas fuentes ha subrayado que en la autopsia preliminar se precisa que el pequeño Julen sufrió también «múltiples heridas 'post mortem'».
Respecto al origen del tapón de tierra que cubría a Julen han precisado que se formó por la caída del niño y que se hizo de una «forma fortuita».
El niño en la caída libre habría arrastrado materiales de las paredes irregulares del pozo, ya que no estaba encamisado con ningún tubo así como también hubo pequeños desprendimientos al intentar ayudar el padre y en las primeras horas de rescate.
El tapón media algo más de un metro de anchura, con paredes blandas y rugosas, compuestas de materiales sueltos y arenosos fácilmente desprendibles, y durante los primeros días la idea fue romperlo con una gavilla y luego succionar el material pero tuvieron que dejar ese método por si el pequeño estaba vivo.