El suicidio de once personas de una misma familia el pasado domingo en Nueva Delhi tiene en vilo a la India, donde la Policía analiza un cuaderno supuestamente escrito por una de las víctimas en el que se detalla un ritual místico que marcaba los pasos a seguir antes de ahorcarse para ser «salvados».
El suceso, que ha dejado a familiares y vecinos estupefactos, está siendo objeto de una intensa atención en los medios, que han destacado detalles como que una pared de la casa tenía once tuberías (una por víctima) y que uno de los fallecidos, Lalit, hablaba desde hacía años con su padre muerto.
La Policía encontró el domingo los cuerpos de diez personas colgados del techo con las manos atadas, los ojos vendados y algodones en los oídos, y el de una anciana en una habitación contigua, en una casa de Burari, un barrio en el norte de la capital india.
Aunque al inicio se pensó que podría ser un asesinato, después se encontraron unos cuadernos manuscritos «que apuntan a que toda la familia seguía algún tipo de prácticas espirituales-místicas» y con descripciones que coinciden con cómo los cuerpos fueron encontrados, dijo a Efe el comisionado de Policía del distrito Norte de la capital, Vinit Kumar.
Todos los objetos de valor seguían en la casa, según Kumar, y los primeros resultados de las autopsias indicaron que todos los miembros de la familia murieron ahorcados y sin signos de forcejeo.
«En vuestras últimas horas, mientras vuestro último deseo se cumple, los cielos se abrirán y la tierra temblará, no entréis en pánico y empezad a cantar el mantra más alto. Vendré a salvaros, os descolgaré y ayudaré también a los otros», dice una de las entradas del cuaderno, publicada por varios medios indios.
La familia realizó rituales durante seis días alrededor de un baniano, un árbol de carácter sagrado en la India al que se acude para combatir los malos espíritus, según una fuente policial anónima citada por el diario Times of India.
Los investigadores han relacionado esto a varios párrafos en los cuadernos, donde se detalla que los cuerpos colgados de unas vigas en el techo se parecerían a las raíces que crecen por las ramas de este árbol y descienden hasta el suelo.
La Policía se ha centrado en comprobar si Lalit, de 45 años, es el autor de los cuadernos y si empujó a su familia a participar en un ritual suicida con el que buscaba alcanzar la «moksha», una palabra en sánscrito que significa salvación y que aparece en el cuaderno repetidas veces.
También se ha descartado si la familia tenía vínculos con algún gurú. Desde que salió a la luz el suicidio colectivo, periodistas, vecinos e investigadores se han lanzado a la búsqueda de pistas ocultas.
En un lateral de la casa en la que vivía la familia sobresalen once cañerías de plástico, cuatro rectas y siete inclinadas hacia el suelo, y la Policía está investigando si puede tener algún vínculo con el caso, pues los muertos eran cuatro hombres y siete mujeres.
A las habladurías sobre el simbolismo místico de las once cañerías se ha sumado en los últimos días los comentarios sobre las once ventanas que coronan otro de los muros de la vivienda, e incluso se ha destacado que un muro frente a la entrada estaba formado exactamente por once barrotes de hierro.
Los familiares se han mostrado estupefactos ante el supuesto suicidio colectivo, y han denunciado ante los medios que todo era de lo más normal y que incluso una de las víctimas, Priyanka, había organizado una fiesta a mediados de junio para celebrar su inminente boda.
«No podemos entender lo que ha pasado en realidad, y no podemos decir nada hasta que el informe de la autopsia sea publicado», explicó a Efe un pariente cercano en estado de «shock», Ketan Nagpal.
El 17 de junio la familia gastó unos 5.000 euros en un banquete para celebrar el futuro casamiento de Priyanka, casi 31.000 euros en renovar la casa y uno de los tíos de Nagpal salió a pasear a su perro antes de la medianoche del domingo, afirmó consternado.
Nagpal añadió que «es difícil digerir que todos cometieron suicidio» y, al mismo tiempo, dijo que no piensa «que sea un asesinato porque no tenían ninguna enemistad».
El pariente reconoció además estar cansado de las «estúpidas historias» que la gente se ha inventado para explicar la función de las once cañerías.
«Nadie piensa realmente en dejar tuberías abiertas para que las almas puedan abandonar la casa en caso de muerte, es ridículo», sentenció.