La ex pareja de Sonia Vivas ha explicado este martes durante el juicio por el caso de homofobia en la Policía Local de Palma que tiene «miedo a las represalias» por estar «aquí declarando» en presencia de los ex policías acusados.
Según ha explicado en la segunda sesión del juicio, que tiene lugar en la Audiencia Provincial de Palma, la mujer, que ha declarado tras un biombo, ha reiterado que tiene «miedo a las consecuencias» y que no sabe si directamente «por estos señores o por su entorno».
Además, de contra los dos ex policías, la Fiscalía se dirige contra el ex comisario R.E. que habría tenido conocimiento de las vejaciones cometidas contra Vivas y las habría permitido. Les pide una pena conjunta de más de 20 años de cárcel.
Así, ha contado ante el juez que dos de los policías acusados, los agentes de la unidad motorizada R.P. y A.J., le dijeron que tenían la intención de «enterrar a Sonia», que «iban a por ella» y que «no iban a parar hasta que perdiera su plaza».
La testigo ha dicho que los agentes se presentaron en su despacho vestidos de negro y le contaron que debido a que habían sido denunciados por Vivas por esta causa les habían «arruinado la vida».
En este sentido, ha señalado que, por parte de los dos agentes, «existía clarísimamente animadversión» contra Vivas y en su opinión querían conminarla a que dirigiera actuaciones contra ella. «Me sentí coaccionada», ha dicho. «Me hablaron de la trama de corrupción en la Playa de Palma, me dijeron que Sonia había realizado prácticas de cacheo y que había abusado de las mujeres a las que cacheaba, que había agredido a un detenido en un calabozo», ha dicho.
Ante todo esto, les pidió que por qué no lo ponían en conocimiento de la Fiscalía o del Juzgado y le dijeron que «perro no come perro», es una «trama que se ha orquestado» por parte del fiscal Miguel Ángel Subirán, la concejal de la Policía Local de Palma y el director de la Policía de Calvià contra el ex comisario y para «hundir al señor Álvaro Gijón, al señor Rodríguez y al PP».
De esta manera, ella les dijo que no tenía «problema en declarar» pero que «todo» debía tramitarse mediante «el juzgado o el Ministerio Fiscal».
Así, después de la reunión, que tuvo lugar en un bar cerca de su oficina, empezaron a enviarle mensajes de manera, a llamarle e, incluso, en una ocasión vio cómo la estaban siguiendo.
«Desde hace un año y medio, casi dos, tengo miedo a las represalias, no duermo y si voy a correr voy girándome», ha dicho.