El letrero de la escoleta Poc a Poc, en el Coll d'en Rabassa, son dos nubes y el lema ‘Crecemos juntos'. Algunos niños no olvidarán algunas historias de este centro del horror, de 0 a 6 años, que ahora está cerrado. El hijo de María, nombre ficticio, estuvo tres años. Presenció cómo la propietaria del establecimiento maltrataba a los pequeños. «Mi hijo lo vio todo», dice María, que sacó al menor de la escoleta por falta de confianza. Veía que algo fallaba. Algo no le gustaba. «No veía al niño feliz», comenta.
Testimonio
La madre del pequeño relata que la dueña de Poc a Poc era una mujer muy cercana. Había algo paradójico en la actitud de la propietaria con algunos menores. «Era despectiva con los bebés gordos, feos o sudamericanos».
El niño hizo mención, en septiembre de 2015, a los castigos que sufrían sus amigos. María todavía lo recuerda. El pequeño tenía solo tres años, pero se acordaba de muchas cosas. «Me dijo que la mujer lo metía en un cuarto de baño a oscuras. A él nunca le pegó, pero vio cómo agredía a otros. Mi hijo me preguntó: ‘No pasa nada, mami, es cosa de niños, ¿a que sí?'». La condenada, relata María, daba a los pequeños «chutes» de Dalsy y Apiretal «para que estuviesen calladitos».
«Mi hijo me comentó que les ponía ‘una cosita' en la boca para que no gritasen». María no denunció porque piensa que a su hijo no lo maltrató. Define a la dueña como una «encantadora de serpientes».
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