La rápida y acertada intervención de dos patrullas de la Policía Nacional evitó este domingo que una joven de 18 años se precipitara al vacío desde la azotea de un sexto piso en Palma.
Alrededor de las 14.00 horas, la madre de la chica llamó al 061 para pedir ayuda, ya que su hija se había subido a la azotea y, muy nerviosa, amenazaba con tirarse.
La primera dotación en llegar al lugar de los hechos, un edificio de Son Armadans, intentó acercarse a la joven y tratar de negociar con ella hasta la llegada de más efectivos y los servicios de emergencias.
Cuatro agentes, con el inspector César al frente, son los responsables de que esta historia hoy no tenga un final trágico. «La situación era muy grave, estaba muy nerviosa e inestable. Lloraba y quería estar sola. Nos la encontramos sentada en el muro de la azotea con los pies colgando al vacío» a una altura de unos 30 metros.
Una vez recabada toda la información y conocidos los antecedentes de la joven, «vimos que había que actuar con celeridad». «No había tiempo». Al parecer, aludió a «enemistades familiares» y «ya había antecedentes psiquiátricos».
Los policías aseguran que no podían esperar a la intervención del negociador de la Policía Nacional. Manu asumió el rol de negociador desde el primer momento y Xisco se aproximó a ella para tratar de ganarse su confianza y ganar tiempo hasta que el inspector César lograra acceder a la azotea y, en un descuido de ella, alcanzarla y salvarla.
Ingreso en Son Espases
La joven fue atendida en el lugar de los hechos, donde el equipo médico alabó la acción de los agentes y ordenó el ingreso forzoso de la joven en el área de Psiquiatría de Son Espases.
«Fue muy duro e intenso psicológicamente, especialmente para la primera patrulla en llegar que estuvo veinte minutos negociando con la joven», valoran. El inspector al frente del operativo explica que «fue una situación muy dura» en la que se tuvieron que tomar decisiones rápidas porque «veíamos que empezaba a ir a peor». En este sentido resalta «la calidad humana» de los agentes que intervinieron.
Los agentes celebran que «salió todo bien», pero reconocen que «son de estas actuaciones que si salen mal te quedan marcadas de por vida. Es muy joven». «Cuando el inspector la agarró y vimos que ya estaba, en ese momento yo empecé a temblar de la tensión acumulada», concluye Manu.