Julio Ramón Cano Núñez, el padre del bebé ahorcado, estaba descompuesto. Eran las ocho menos veinte de la mañana de este miércoles. El hombre corría campo a través con su hija muerta en brazos pidiendo auxilio. «¡Mi niña, has matado a mi niña!», gritaba. Los agentes de la Policía Local de Llucmajor y de la Guardia Civil encontraron al progenitor de la niña desgarrado. El carrito de su hija estaba junto al cadáver de su madre, en el porche del establo, a unos 100 metros de la finca.
«¡Has matado a mi hija!, ¿Por qué ella?, ¡Mi hija no, por favor!». El hombre estaba desolado. Lamentaba lo sucedido. Se hacía preguntas. El padre de la niña retiró el nudo náutico, un as de guía, con el que su madre le arrebató la vida.
«¡Ayudadme por favor!», pedía a los agentes y efectivos sanitarios que acudieron primero a la finca de Llucmajor. El hombre tocaba a su hija, le acariciaba las manos, incrédulo, porque la niña no reaccionaba. Estaba roto.
La vivienda está ubicada en Son Granada, una zona rústica entre Las Palmeras y los Maioris. Es una zona tranquila. Solo interrumpe el silencio el cacareo de los gallos, los ladridos de los perros y el piar de los gorriones.
La entrada y salida de vehículos a la finca era constante. Dos hombres que recogían romero estaban sorprendidos por el tráfico de coches. «Por aquí nunca pasa nadie», decían. Se habían enterado de lo ocurrido por la prensa.
Este jueves está previsto que los agentes tomen declaración a Julio Ramón Cano, que este miércoles no estaba en condiciones anímicas de contestar a las preguntas.
Algunos familiares también serán citados en las dependencias policiales para aportar datos sobre la tragedia.