La expareja menorquina del padre de Nadia, Fernando Blanco, ha sido entrevistada este jueves por Antena 3, en el programa Espejo Público. En la entrevista, realizada por las calles del polígono de Maó, Inés Rodríguez habla sobre la relación que tuvo con él y sobre el caso por el que ambos fueron condenados por apropiación indebida.
La mujer explica que fue condenada por culpa de Fernando Blanco. Ahora, 16 años después de romper su relación con el padre de Nadia, reconoce que fue «un error muy grande» estar con él: «Ojalá jamás se hubiera cruzado en mi vida».
Explica que fue «condenada por su culpa», ya que fue él, según Inés, el que cobró (en nombre de su mujer) un pedido de 2.492 euros de la empresa para la que trabajaba Inés (Mac Internacional S.A.).
Los hechos se remontan a 1997, cuando ambos vivían en Menorca. El juicio tuvo lugar en 2004, cuando ya no estaban juntos, y «al no poder demostrar» que ella no se había quedado el dinero, se vio obligada a pactar con la justicia una condena de seis meses de cárcel, ya que «los pagos estaban a mi nombre».
Blanco también fue condenado por este caso por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Maó a ocho meses de cárcel. Cabe recordar que era la segunda condena de Blanco en Menorca, ya que se le impuso en el año 2000 una doble condena por apropiarse 120.000 € de la empresa en la que trabajaba en Menorca: tres años de cárcel por apropiación indebida y otra pena de un año y diez meses por falsedad documental.
Inés se siente «una víctima» más de Blanco y reconoce que fue manipulada por su ex. «Me perjudicó muchísimo, me quedé en la calle y sin nada», admite.
También explica cómo era Blanco: «Sabía de todo y era difícil tener conflictos con él», aunque admite que después se dio cuenta de que «era un castillo en el aire». Ante la pregunta de cómo le ve ahora, ha respondido que «me imagino que lo pasa mal, pero todas las acciones tienen sus consecuencias, y a lo mejor le sirve para reflexionar y cambiar las cosas».
Sobre su actual esposa y madre de Nadia, Marga Garau, dice que puede hacerse «una idea de lo que está pasando», aunque matiza que «la historia nada tiene que ver».