«No somos integrantes de ninguna mafia. Lo único que hacemos es trabajar sin molestar a nadie para vivir y poder enviar dinero a nuestras familias en Rumania». Así se explicaba este lunes uno de los mendigos sometidos por el clan rumano que controla la mendicidad en Palma.
«No quiero fotos. Yo no hablo con Ultima Hora. Por culpa del diario ahora la gente nos da menos dinero. No quiero tener problemas con nadie, marchaos. Yo pido en la calle y nadie me obliga. Esto es mi trabajo. Otros hacen de albañiles o carpinteros y nosotros pedimos. ¿Hacemos daño a alguien?», concluye uno de los mendigos entrevistados que por razón de seguridad prefiere mantener su anonimato y ocultar su rostro.
Durante toda la jornada de este lunes, la presencia de discapacitados que ejercen la mendicidad en los diferentes semáforos de Palma se redujo considerablemente. Del mismo modo, también disminuyeron las mujeres que piden limosna asiduamente en los supermercados.
Por su parte, el personal de seguridad de varios supermercados consultados han confirmado la existencia de mafias organizadas tras los diferentes puntos de mendicidad. «Las mujeres llegan en furgoneta nada más realizar la apertura del supermercado y las recogen unas dos horas antes del cierre».
Pero eso tiene fácil solución. Siguen pidiendo porque se les sigue dando. Lo que hay que hacer es NO DAR NI UN EURO A NADIE. Si alguien está pasando una mala racha debe acudir a los Servicios Sociales y el resto de ciudadanos exigir mediante las urnas que la Administración Pública les ayude a recuperar sus vidas de una manera digna. Esta pobre gente que viene obligada y engañada de Rumanía para mendigar no tiene la culpa. Pero nosotros tampoco. La policía debería actuar y ser un poco más contundente.