El Tribunal Supremo ha condenado a un año de prisión a un teniente coronel del Ejército de Tierra que creó dos cuentas de correo electrónico con nombre de mujer desde las cuales mandó mensajes de contenido íntimo y sexual a un sargento primero. Un segundo teniente coronel ha sido también condenado a diez meses de prisión por participar en estos hechos.
Ambos militares, suspendidos de empleo y sueldo durante el tiempo de la condena, se confabularon para obtener datos relativos a la vida privada del suboficial, en algunos casos alojados en la página de contactos 'El planazo'. Para ello también se ayudaron de una funcionaria civil del Ejército que había tenido una relación de amistad con la víctima y con el teniente coronel.
Los hechos ocurrieron en el acuartelamiento de Loyola en San Sebastián entre 2007 y 2008. Los dos tenientes coroneles, que cuando sucedieron los hechos eran comandantes, son condenados por un delito consumado de extralimitación en el ejercicio del mando, en su modalidad de comisión de abuso grave mediante prevalimiento del empleo o destino. El Supremo rechaza sus recursos y confirma la sentencia dictada en diciembre de 2015 por el Tribunal Militar Central.
Según indican los hechos probados de la sentencia, el entones comandante Pablo B. R. tenía la condición de coordinador informático del Ejército de Tierra, y como tal gestionaba los equipos, programas y sistemas informáticos usados por las personas destinadas en el acuartelamiento de Loyola, incluida la solicitud de asignación de archivos identificadores ID y las contraseñas para acceso al correo electrónico oficial o corporativo del personal militar y civil.
En la misma época, el entonces comandante Víctor Z.P. estaba destinado en una unidad en Loyola, y bajo su inmediata dependencia prestaban sus servicios el hoy subteniente y en aquella época sargento primero R.F.M. y la funcionaria civil M. I. L. P.
Secreto de las comunicaciones
La sentencia de la Sala de lo Militar explica que en marzo de 2008 Víctor Z.P. creó las dos cuentas de correo con perfiles que remitían a nombres ficticios de mujeres desde los que envió a R.F.M. mensajes eróticos, algunos de contenido claramente sexual, y en los que insistía en que le enviara una foto en la que se viera su cara, deduciéndose que el suboficial ya le había enviado algunas imágenes «en las que no mostraba su rostro pero sí enseñaba otra parte íntima de su anatomía».
El alto tribunal entiende que Víctor Z.P. «se prevalió de su empleo o destino para que el entonces comandante Pablo B.R. le proporcionase los archivos identificadores y las correspondientes contraseñas de acceso al correo electrónico».
Y añade que también concurre el prevalimiento en el entonces comandante Pablo B.R., que ostentaba la condición de coordinador informático del Ejército de Tierra y que aprovechó la ventaja que le confería su empleo y destino para obtener los archivos identificadores y las correspondientes contraseñas de acceso al correo. Asimismo, explica la sentencia, concurre el elemento del abuso grave, pues no hay duda de que se afectó a la intimidad y a la vida privada, quebrando el secreto de las comunicaciones.